Capítulo 9

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Después de que Jacob habló con Bella y ella le respondió de manera fría, hubo algunos inquietantes segundos de silencio, en que pude ver la sonrisa de Renée, quien intentaba parecer inocente, el desconcierto de Charlie, el aburrimiento de Amy y la molestia de Bella.

— ¿Cómo estás, Bella? — Preguntó el tal Jacob, el sonido de su voz estridente llenando la habitación, que parecía haber estado en silencio por horas y no por algunos pocos segundos.

— Bien, muy bien, feliz — le contestó mi chica, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura, a lo que le correspondí gustoso —, déjame presentarte, este es Edward Cullen, mi novio, Edward, este es Jacob Black, mi amigo desde que tengo recuerdos.

— Mucho gusto en conocerte — me saludó animado Jacob, tendiéndome su mano.

— Igualmente — dije mientras sacudía nuestras manos.

— Ay, Bells, si supieras que tu novio estaría aquí hubiera traído a mi novia, quiero mucho presentarlas.

— ¿Estás de novia? — Preguntó Renée, visiblemente en choque por la noticia.

— Sí, desde hace tres meses — respondió Jacob sonriendo, sin ser consciente del mal trago que le estaba dando a mi suegra.

— ¿Billy no te lo contó, Charlie? — Le preguntó mi suegra.

— Sí, me olvidé de comentarte — dijo Charlie con aire de falsa excusa.

— Me alegro de que estés feliz, Jack, mucho — declaró mi novia con una sonrisa genuina en su rostro.

— Lo sé, Bells, estoy feliz por los dos también — dijo mirando entre ella y yo —, estuve equivocado con respecto a mis sentimientos hacia ti, hoy lo sé, porque lo que siento por Leah es inexplicable. Siento si te hice daño por mi testarudez.

— Olvídate, seguimos con nuestras vidas y encontramos nuestro lugar en el mundo y las personas que lo completan.

El hombre sonrió ampliamente, parecía un niño, siempre feliz.

— Gracias, Bells — dijo y la envolvió abrazó — con todo respeto — añadió mirándome, a lo que sonreí, Charlie miraba la escena con felicidad, mientras que su esposa parecía estar tragando jugo de limón sin azúcar.

— Te olvidaste de mí — se quejó Amy, tirando de la barra de la camisa de Bella.

— No, cariño — le aseguró alzándola en sus brazos —, es que necesitaba un momento de charla adulta con mi amigo —, Jacob, te presento a mí Amy, hija de Edward.

— ¿Cómo estás, Amy? Te pareces mucho a tu papá.

— Lo sé, gracias — contestó haciéndonos reír.

— Bien, creo que ya podemos cenar — nos instó Charlie — al comedor, por favor.

Cenamos en un clima tranquilo, con Charlie contando a Amy las travesuras de Bella y Jacob cuando eran niños, Renée comía en silencio sin añadir a la conversación. Jacob era una persona alegre y le gustaba meterse con Bella como hacen los hermanos mayores.

Tras la cena Jacob nos invitó para almorzar con él y su novia al día siguiente, lo aceptamos y luego nos despedimos de Charlie y Renée para volver al hotel.

Tras acostarnos a Amy, lo que no llevó demasiado tiempo, mi niña estaba cansada por el viaje en coche, Bella y yo nos sentamos en el balcón de la habitación para que pudiéramos charlar sin perturbar el sueño de Amy.

— No logro comprender a mi madre, no sé si un día lo haré, la cena hubiera sido muy incómoda si Jacob no hubiera desde el inicio aclarado que ya siguió con su vida, no sé por qué ella no puede aceptar mis decisiones — desahogó mi chica.

Una estrella en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora