Capítulo 10

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Llegar a casa, tras el viaje a Forks, fue como pasar por una tormenta y finalmente poder sentirse a salvo nuevamente, Bella habló con la abuela Marie así que Amy se durmió tras el almuerzo, le contó todo lo sucedido y la abuela le dio buenos consejos, siempre tratando de que ella no se culpara por las actitudes de su madre, reflexionando sobre ellas, percibí, allí, al lado de mi chica, oyendo su charla con Marie, que ella además de abuela también era una especie de psicóloga, su manera de hablar con su nieta parecía una sesión de terapia, tal vez por tal motivo Bella no necesitó recurrir a un psicólogo real.

Después de nuestra vuelta a casa, mi chica, siempre tan llena de autoconfianza, estuvo por algunos días introspectiva, pero poquito a poco volvió a ser ella misma, las charlas frecuentes con la abuela Marie la ayudaron a manejar una decepción más con su madre y por Amy ella intentaba ser ella misma. Durante estos días, tras el viaje a Forks, percibí que Bella estaba casi viviendo con nosotros, pocos eran los momentos en que ella iba a su casa y cuando lo hacia Amy se pegaba a ella y la acompañaba, cierta noche, cuando mi novia se despedía para ir a dormir en su casa, Amy nos sorprendió:

— ¿Por qué Bella no se queda a dormir con nosotros, papá?

— Porque...— intenté formular una explicación.

— Dormimos juntos en el hotel y los novios duermen juntos — expuso como si nada.

— ¿De dónde sacaste esta idea? — La cuestioné.

— La tía Alice vivía con el tío Jasper cuando eran novios. Si Bella viviera aquí, podría acostarme todas las noches, despertarme, hacerme el desayuno y dormir a tu lado como hacen las parejas enamoradas — listó ella, su voz adquirió un tono soñador en la última parte de su lista, mi hija, a tan temprana edad, ya era una romántica empedernida, ¡Dios mío!

— Cariño, por ahora no puedo vivir aquí, tengo a mi casa, pero puedo estar aquí algunas noches, ¿qué te parece? — Le ofreció mi novia, como siempre manejando la situación con facilidad.

— ¡Genial! ¿Y puede empezar está noche? — Cuestionó ansiosa, Bella me miró rápidamente y simplemente asentí.

— Claro — le confirmó ella.

— ¡Yupi! Ven, vamos a tu casa a buscar tus cosas — dijo tomando la mano de Bella con la suya — ¿no vienes, papá? — Preguntó cuando ambas ya llegaban a la puerta.

— No había sido invitado — le dije y ella giró los ojos con dramaticidad.

Hacía tiempo que estaba tratando de encontrar una manera para que mi novia durmiera en mi casa algunas noches cuando Amy también estuviera allí, pero todavía me preocupaba como ella iba a reaccionar a más esta novedad en su vida, sin embargo, como siempre, mi niña nos sorprende, proponiendo ella misma la idea.

Recogimos algunas cosas para Bella en su casa y luego volvimos a la mía, tras mis chicas vistieren sus pijamas nos reunimos en la habitación de Amy para el cuento de la noche, ella empezó leyendo pero luego empezó a dormitar y pidió que Bella siguiera con la lectura, diez minutos después estaba totalmente dormida, la arropamos y besamos su frente y con una sonrisa dejamos su habitación.

— Presiento que Amy volverá a mencionar pronto lo de mamá — me confesó Bella cuando nos dirigíamos hacia mi habitación aquella noche —, a cada día me confiere más tareas de madre en su rutina.

— Sí, a cada día encuentra maneras de estar más cerca de ti — estuve de acuerdo.

— ¿Qué haremos cuando ella vuelva a mencionarlo? — Cuestionó.

— Decirle la verdad, ya hablamos sobre eso, nena ¿Quieres ser su madre verdad? — Pregunté sosteniendo su mirada.

— Tanto cuanto quiero ser tuya por siempre — contestó con seguridad acercando su cuerpo al mío.

Una estrella en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora