Capítulo 12

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— ¿Cuál es la noticia? — Cuestionó Amy en un tono curioso y sonriente, ella estaba sentada en el hueco entre las piernas de Bella, su espalda contra el pecho de mi prometida, quien la abrazaba dejando besos en su mejilla.

— ¿Tú le dices o yo? — Le pregunté a Bella.

— Los dos en la cuenta de tres — respondió y yo asentí.

— Uno, dos, tres ¡VAMOS A CASARNOS! — dijimos al unísono.

Amy estuvo en silencio por algunos segundos, los ojos abiertos como platos, mirando entre Bella y yo.

— ¿Vivirás con nosotros? ¿Serás mi mamá para siempre? — Indagó finalmente, volteándose para mirar a Bella.

— Sí, pequeña mía — le confirmó mi prometida.

Amy se lanzó sobre Bella haciendo que ella se tumbara sobre el colchón.

— Es la mejor noticia, mi segundo regalo favorito — dijo con una sonrisa deslumbrante, su mejilla presionada contra el pecho de Bella.

— Sabíamos que te haría feliz la noticia — dije inclinándome para dejar un beso sobre su sien. — Ven, aquí, papá también quiere un abrazo y mami necesita respirar — dije sacándola de encima de Bella.

Amy me abrazó fuertemente y luego se sentó sobre mi regazo.

— Me dejaste curiosa, cariño, ¿cuál es tu primer regalo favorito? — Le preguntó Bella.

— Mi regalo favorito fue poder llamarte mamá — contestó sencillamente, vi los ojos de mi prometida se nublaren.

— Oírte llamarme mamá fue mi mejor regalo también, mi pequeña — le respondió irguiendo una mano para acariciar la mejilla de mi hija. — Te quiero a luna y vuelta — dijo acercando su rostro al de Amy, rozando sus narices de manera cariñosa.

— Yo también, mami — respondió mi niña, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Bella. Dejé un beso sobre la coronilla de mi hija y luego alargué mis brazos envolviendo mis dos chicas, haciendo con que ambas cayeran sobre mí mientras me tumbaba en la cama.

— ¿Seré la niña de las flores, verdad? — Cuestionó ansiosa Amy.

— De las flores y de los anillos — le garantizó Bella.

— ¡Yupi! — Conmemoró mi hija. — Tenemos que hablar con la abuela Esme, la tía Alice y la abuela Marie — dijo casi sin respirar.

— Por lo visto ya tenemos a nuestra planificadora de bodas — dijo Bella, riéndose del entusiasmo de nuestra pequeña.

— ¿Qué es eso? — Cuestionó Amy.

— Es la persona responsable de organizar todas las cosas para una boda — le expliqué.

— Ah, puedo hacerlo — dijo sonriendo traviesa, un mundo de ideas brillaba en su mirada.

— Ay, ¡qué Dios nos ayude!

— ¡Papá! — Me reprendió.

— Papi sólo está bromeando, cariño — le explicó Bella —, anda, vamos a cambiar este pijama, cepillar los dientes y luego a desayunar — dijo mi novia, levantándose de la cama y tendiéndole los brazos, Amy feliz se encajó en su abrazo y Bella la cargó mientras llenaba su cuello de besos, el sonido de la risa de Amy siguió llenando mi alma hasta que ambas adentraron en la habitación de mi niña. Seguí tumbado en mi cama algunos minutos más, con una sonrisa tonta pegada a mis labios, disfrutando de los sentimientos que florecían en mi pecho en aquella hermosa mañana de verano.

Desayunamos en familia y Amy estaba ansiosa por divulgar la novedad, pero Bella y yo la convencemos a esperar algunos días más para que pudiéramos hacerlo de una manera especial, además antes de revelar a la familia yo quería la oportunidad de poner un anillo en el dedo de mi prometida, ella tuvo la iniciativa de hablar sobre nuestro futuro, pero aunque sabiendo su respuesta, quería proporcionarle un momento especial, ella se merecía una pedida de mano a la moda antigua y de alguna manera yo le daría eso.

Una estrella en nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora