[ S E I S ]

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-Ey, vamos, despierta- susurra.

-Déjame sola, por favor- contesto

-Ya está la cena, tienes que comer algo- insiste.

-No tengo hambre, gracias- miento.

-Vale.- Siento como Sebastian se levanta de la cama, estaba a punto de cerrar la puerta pero un extraño ruido lo detuvo.- ¿segura que no tienes hambre?- me mira divertido.

-Agh, te odio- volteo los ojos.

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Los sirvientes se acercan a la mesa con dos platillos, uno para cada uno. Frente mío dejan un plato hondo servido con una especie de ¿puré? realmente se veía extraño, más no desagradable.

-¿Puedo preguntar algo?- digo. Sebastian asiente en señal de que continúe- ¿Qué es esto?- trato de no sonar grosera.

-Se llama Balmos, es un platillo típico de aquí de Rumanía, es una especie de puré pero un poco más espeso, esta hecho a base de queso.- me mira.- es delicioso, mi mamá lo cocinaba para mi cuando era pequeño.- sonríe.

Tomo un poco del platillo con mi cuchara y lo meto en mi boca logrando sentir la explosión de sabor dentro de esta.- es demasiado bueno- digo impresionada.

-Y mi favorito.- agrega sonriendo.

-Brianna- me mira.

-¿Si?- contesto.

-Quería ofrecerte una disculpa- dice apenado.- no debí haberte gritado de esa manera...

-Sebastian...- bebo un poco de mi copa- creo que soy yo quien debería ofrecerte una disculpa, no debí salir de la habitación y mucho menos espiar tu conversación con aquellos sujetos.- aclaré.

Sebastian se levanta de su asiento y se acerca a mi, faltaban solo unos cuantos centímetros para que nuestros cuerpos estén completamente unidos, acerca una de sus manos hacía mi lastimada mejilla, toca con suavidad, haciéndome cerrar los ojos ante su tacto.

-Creo que tendré que matarte ahora que sabes la verdad-menciona.

-Entonces si eres un idiota como lo creía- me le quedo viendo incrédula y el comienza a reír.

-Solo bromeaba linda, debiste haber visto tu cara- dice divertido.

-Vaya, que a ti el ser lindo no te dura ni un minuto.- suelto.

-Así que soy lindo ¿eh?- me mira coqueto.

Suelto una carcajada sarcástica- quisieras.

-Pero si tu lo dijiste, vamos, admítelo, piensas que soy lindo- ríe.

-¿lindo? ¿tú? no, no lo creo.- río.

Continuamos platicando un par de horas, la conversación era cómoda y tranquila, no resulto ser tan mala persona como yo creía que era.

-¿Puedo decirte algo?- pregunto.

-Claro, dime.- contesta.

-Un secuestrador no debería ser así- me mira extrañado- es decir, un secuestrador mafioso no debería tratar a su rehén así.

-¿Así cómo?- ríe.

-Bueno, me refiero a que debería estar encerrada en alguna extraña cueva, amarrada a una silla, con una venda en la boca para que no pueda gritar por ayuda- termino por decir.

-Podría amarrarte, si es lo que quieres, podría hacerlo- me mira pícaro.

-Bueno,  y para todo esto ¿tú como sabes cómo es un secuestrador "normal" ?- dice curioso

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-Bueno, y para todo esto ¿tú como sabes cómo es un secuestrador "normal" ?- dice curioso.

-¿Nunca haz visto películas o series?- digo incrédula.

-No tengo tiempo para esas cosas, niña.- ríe.

-Te obligaré a ver una- digo decidida.

-No creo que tengamos tiempo- menciona.

-¿Por qué? estaré encerrada las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana, en este gran lugar- volteó a ver a mis alrededores.

-Porque estaremos ocupados haciendo otro tipo de cosas- me guiña el ojo.

-Vale, ¿puedo pedirte algo?- pregunto.

-Claro, puedes pedirme lo que quieras- suelta.- menos que te deje libre, sería una perdida para mi.

-No iba pedirte eso- río- quería ver si podías darme mi celular de regreso.- suelto en breve.

Sebastian me mira dudoso por algunos segundos, hasta que decide hablar.- con una condición- me mira serio y yo lo miro con atención.- no quiero que hagas una tontería cuando lo tengas en tus manos, como pedir rescate o algo así.

-Lo prometo.- digo.

-Le diré a Ander que te lo dé- comenta.

-Gracias.- le dedico una amable sonrisa y el me la devuelve.- sabes... deberías sonreír más, te ves bien cuando lo haces.- agrego sincera.

-En mi vida no hay muchas razones para sonreír- exclama.- por cierto, mañana saldremos desde muy temprano, para que estés lista.

-Esta bien.- contesto.- creo que ya es hora de irme a dormir.- suelto.

-Claro, descansa.- susurra.

-Gracias, tu igual- le sonrió.

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Los rayos del sol atravesaban el gran ventanal de la habitación haciéndome despertar. Tomé uno de los cientos de vestidos que habían en el gran armario de la habitación, me puse unas lindas zapatillas y salí de la habitación.

-Buenos días- saluda.

-Buenos días.- contesto.- ¿puedo saber a dónde iremos?- digo curiosa.

-De compras- menciona.

-¿Qué cosas necesitas?- pregunto.

-Yo nada, pero tú si necesitas cosas, compraremos todo lo que necesites.- me mira.

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Mira- dice robando mi atención mientras que señala un gran castillo- Ese es el castillo de Hunyad, se cree que es el lugar en el que Vlad III Dácula, que era el príncipe de Valaquia, preso durante siete años después de haber sido depuesto en 1462, por decisión del Vaticano aún hoy redoblan las campanas de las iglesias católicas al mediodía.- platica.

-oh vaya- suelto impresionada- suena demasiado interesante.

-Lo es- afirma- después podría hablarte más acerca del tema.

-Me encantaría- contesto alegre.





Chicxs gracias por leer, les agradecería mucho si votan y comentan para que pueda seguir actualizando, espero y estén disfrutando de esta pequeña historia, lxs amo.

The Boss- Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora