Tus ojos se enfocan en mi, es evidente que algo va mal. Lo acabas de notar. –¿Te encuentras bien? ¿Qué te pasa?
En realidad no me encuentro bien. No puedo estar bien con todo esto que quiero decir y que sigo guardando en mi interior. ¡Así que ya basta!
No tiene sentido seguir guardándome todo esto, ¿no es así?
No estoy bien. Cada centímetro de mi ser está hirviendo ante el fuego de la ira.
Tus acciones y actitudes están acabando con mi ser; ¡Vas a destrozarme! ¿Cómo es que no lo ves?
Seguir así no es una opción. Hay que darle un punto final a tus actitudes insoportables, a tu falta de atención y la inmadurez permanente con la que vives tu vida vacía.
¿En qué momento esto inició? ¿Por qué no lo detuve cuando pude? Debí parar antes de comprometerme a algo que ahora está destruyéndome. ¡Estás destruyéndome!
El fin. Sí, esto tiene que ser el fin. Lo siento surgir aquí mientras me miras con incredulidad. Seguro te preguntas "¿Y ahora qué hice mal?" Bueno, tengo la respuesta, pero no sé por dónde empezar.
¡Esto va mal! ¿Cómo no lo has podido ver?
Ojalá supieras que en ti hace mucho he dejado de pensar. La nada ofrece mucho más para tí de lo que yo te puedo dar.
¿Me encuentro bien? ¿Eso es lo que quiere saber? Pues...
—Estoy bien. No pasa nada.
ESTÁS LEYENDO
Relatos a la luz de las estrellas.
Nouvelles«Las noches poseen la magia de lo misterioso. Cubre lo que el día deja ver con claridad. Las sombras se aferran a los cuerpos y no los dejan de atacar con pensamientos existenciales. La noche domina las entrañables verdades que ocupan las mentes.»