Luz y Oscuridad.

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No fue cuando la vi la primera vez. Tampoco fue su sonrisa o la forma en que su cabello caía sobre sus hombros luciendo como un campo minado de estrellas.

No fue su caminar, la alegría de sus ojos o el bailoteo de sus pestañas al seducirme.

No fue el dulce de sus besos el que me cautivó, ni su postura o sus aires de independencia. No fue su luz.

No, no y no.

Lo que me enamoró fue su dolor y su fragilidad. Me llenó su furia al discutir y su tristeza al rogar por un poco más de tiempo a mi lado, sólo un poco más.

Me cautivó la ira con la que enfrentaba lo injusto. Me atrapó con su soledad y a la vez con su necesidad de compañía. Me encantó con su melancolía y el movimiento de sus manos al escribir todo aquello que se negaba a decir.

Me enredó con su silencio, su mirada perdida en el tiempo, su silueta lejos de Milán y sus disfraces.

Lo que me enamoró fueron sus defectos, porque solamente así se puede aprender a amar.

No sólo la luz, sino también la oscuridad.

Relatos a la luz de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora