CAPITULO IV. TEOTIHUACÁN

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Mientras tanto Jireh regresa al Valle, que se localiza a través de un ducto secreto, en la pirámide de Teotihuacán. Su novia Xicalli lo recibe con un beso, ella es una chica de piel morena, cabello negro, labios color café, enormes senos, con nalgas bien formadas. Sin embargo, es la última princesa de origen Maya. Desde pequeña siempre tuvo una gran simpatía con Kaibil Balam (Jireh), debido a que ellos eran los herederos al trono y su misión seria derrocar la conquista española.

Con la caída de Tenochtitlan, ellos se encaminaron a Huehuetenango (que significa en español: "Tierra de los ancianos") para encontrar un oráculo de 6 ancianos, a los cuales acudía la realeza de la sociedad maya y así obtener consejo sobre que le deparaba el destino. Pero el oráculo revelo a Kaibil Balam (Jireh) que Xicalli no era la indicada para ser su esposa. Mas allá de las estrellas vendría una mujer de piel blanca y juntos salvarían a toda su gente de los españoles.

Me alegra que regresaras mi tlatoani. – Con voz enamorada habla Xicalli.

Tuve un pequeño accidente cerca del castillo de la realeza española. – Jireh responde adolorido.

¿Qué te paso? – Xicalli grita asustada.

El carruaje se desplomo, y tuve que regresar corriendo. – Jireh le contesta.

Pues me alegra que no te pasara nada, ya sabes que los españoles son muy peligrosos. Si se enteran que eres el ultimo tlatoani, buscaran tu cabeza. – Responde asustada Xicalli.

¡Descuida, se defenderme! – Se exalta Jireh.

Olvidas que los dioses nos han abandonado, no tienes ni la fuerza y ni la astucia de dos jaguares. – Grita con enojo Xicalli.

¡Tranquila! Mañana planeo volver a salir del valle, para encontrar ese dichoso mapa del dorado. – Jireh tranquiliza a Xicalli con voz suave.

Estas loco, nosotros no necesitamos oro para derrotar a los españoles. – Xicalli contradice con voz fuerte.

El dorado no solo oculta oro, según mis antiguos maestros hay un artefacto que nos hará invencible. – Jireh la mira fijamente.

Bueno, eso espero porque no te quiero perder. Te amo, haría lo que sea con tal de tenerte en mis brazos. – Se tranquiliza diciendo con voz suave Xicalli.

Jireh toma un poco de mezcal, acompañado de tamales hechas con hoja de maíz. Luego se dispone a dormir, se recuesta en un petate, Xicalli se le acerca despojándose todas sus prendas íntimas, le insinúa tocar sus partes para provocarlo. Pero debido a la bebida se quedan completamente dormidos.

A la mañana siguiente Julieta se dispone a explorar todo el castillo, camina por habitaciones. De pronto Berenice aparece.

Hija mía, tu padre tendrá que hacer un viaje de negocios, tendremos que dejarte sola con los sirvientes. Si necesitas algo, no dudes en pedirlo, recuerda que todo esto te pertenece, eres nuestra heredera. – Berenice se lo dice amablemente.

Gracias madre. – Julieta la despide de beso.

El sol se encuentra en el punto medio, Julieta esta muy aburrida observando desde su balcón el hermoso paisaje de Teotihuacan. De repente la sirvienta de la casa le toca la puerta.

Julieta me permite pasar un momento – Dolores toca la puerta.

Claro que si Dolores, ¿qué pasa? – Julieta responde.

Tengo una carta para ti, tal vez sea algún admirador secreto. – Dolores sonríe.

Gracias, la leeré luego, tal vez dormiré un poco. – Julieta responde disimulando.

Dolores se va de la habitación, avisándoles a los demás sirvientes que no la molesten, porque necesita descansar. Sin embargo, Julieta miente al respecto de estar cansada, debido a que sabía que esa epístola era escrita por Jireh.

La carta decía:

Hola Julieta, me gustaría verte hoy al punto del medio día. Te espero cerca del laberinto, en donde nos conocimos aquella vez...

Me despido, con cariño Jireh.

Julieta siente mariposas por el estómago, toma su medallón dorado y se lanza a la aventura por una puerta secreta que tiene la habitación. Jireh esta ansioso de verla, siente una fuerte atracción sobre ella a diferencia de Xicalli.

Pensé que no vendrías, tal vez tus padres impedirían que te relaciones con el ultimo tlatoani azteca. – Jireh juega con sus palabras de manera encantadora.

Mis padres no están en casa, pero, aunque estuvieran no me perdería la oportunidad de conocer las pirámides de Teotihuacán. – Se expresa emocionada Julieta.

Te mostrare lo que queda de mis ancestros, debido a la conquista española, se han llevado todos los tesoros, han matado al 50% de mi pueblo. Algunos los tienen de esclavos en diferentes puntos de La Nueva España, otros siguen luchando y resistiéndose al poder. Y el 20% están ocultos en las selvas de Chichén Itzá. – Se siente preocupado Jireh.

Y ¿Qué piensas hacer al respecto? – Mirando a los ojos Julieta le dice.

Mi primo Tzilacatzin fue bendecido por los dioses, otorgándole la fuerza de 10 hombres. Cuando Hernán Cortés llego, trato de enfrentarlo mano a mano, pero Cortés fue un cobarde. Yo quise intentar estar ahí, pero mis maestros no me lo permitieron. Soy el último tlatoani de sangre real, mi misión es salvar al resto de mi pueblo. Y como prueba final para tomar la corona Azteca, tengo que encontrar el Dorado. – Se expresa motivado Jireh.

He escuchado que hay algo mas que oro, esto me recuerda mucho a esos sueños que teníamos. Tal vez eso nos ayude a localizar el mapa. – Julieta se siente motivada.

Solo recuerdo que subíamos a lo alto de la pirámide, el mapa aparecía en nuestras manos y de repente despertaba. – Jireh responde.

¡Pues vamos! – Julieta se lo dice al oído.

¡Perfecto! – Jireh contesta.

Jireh y Julieta cabalgan por toda la selva, hasta llegar a Teotihuacán. Durante horas escalan la gran pirámide, llegando a lo más alto, pero lamentablemente no ocurre nada mágico. Sienten una trágica decepción, tal vez los sueños ocultaron en otra parte los indicios del mapa del dorado.

Perdóname Julieta, no hay nada. – Con voz decepcionada habla Jireh.

Tranquilo, lo único que podemos ver, es este atardecer desde las alturas. Siempre quise observar las estrellas aquí. – Consuela con voz dulce Julieta.

JIREH Y JULIETA: EL ÚLTIMO AMANECER DE LOS AZTECASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora