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-¿Podemos irnos a casa?- le pregunté, tocando el cuello de su camisa a cuadros. 

-Dentro de un rato iremos.- negué

-No, hablo de irnos a Sydney, de nuevo.-  le corregí y frunció el ceño. 

You Saved Me ➵ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora