II

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Chiara

Una notita diciendo que me puede ayudar me parece patético.

Puede que tenga información útil como también una mierda inservible. Yo no necesito ayuda, nunca la necesité y no la necesitaré.

Además como sé si no me secuestrarán o algo por el estilo.

Sabes defenderte estupida.

Ah es verdad, gracias conciencia.

De nada.

Ugh hasta loca me volví ya hablando con mi puta conciencia.

El sonido de mi teléfono indicando sobre un mensaje me hace soltar la carta y apresurarme hacia el.

Mensaje anónimo. Extraño... muy extraño.

Muy pocas personas tienen mi número de celular y un mensaje de un desconocido me hace sospechar.

Abro el mensaje, encontrándome con algo que tal vez... me haga reconsiderar la oferta de ayuda.

"No investigues más, a quien buscas desapareció hace mucho.

Si vuelves a meter tu nariz donde no debes, lo pagarás. Y bastante caro.

Chiara esto es una advertencia, no estoy jugando. Tal vez no tengas miedo, pero deberías.

Si sigues buscando información, lo sabré y te buscaré. Nada lindo es lo que te haré hacer si desobedeces

X"

Bien, puede ser que me haya dado risa su advertencia.

¿Quién me dice que hacer a mi? Es verdad, nadie.

No me importa cuántas amenazas me hagan, soy una mujer fuerte que puede defenderse por sí misma ante cualquier situación. Nadie me dirá que investigue o que no sobre esto.

Lo seguiré haciendo y por eso voy a ir hoy al lugar que indica el papel. Espero que sea información útil sino descuartizaré a la primer persona que vea.

Me paso el día investigando cámaras de seguridad, entradas de edificios, calles y testimonios de vecinos.

No puede haber desaparecido tan fácil, alguien debería haber visto algo. Fueron hace solo tres meses que ya no está y me vuelvo loca de solo pensarlo.

Mi celular suena y reviso para ver quien es.
Es Marissa mi "mejor amiga".

—Chiaritaa, por fin me contestas.

— Estoy investigando, Mari. No presto atención al celular nunca, y lo sabes— no me gusta demasiado comunicarme con la gente, si me llaman atiendo, si yo llamo es por una urgencia.

—¿Aún no aparece?

—No, hoy fui a reconocer un cuerpo.

—¿Y? ¿Era...

—No, no tenía su marca de nacimiento en el brazo... eran iguales Mari, cada día que no está me siento peor.

—Aparecerá, tengo el presentimiento de que sí Chiari... solo confía.

—Sabes que no confío en el destino, ni en nada. Tampoco tengo esperanzas, no me crié de esa manera.

—Pero...—la corto antes de que diga cualquier cosa que no sirva, no tengo mucho tiempo.

—¿Para qué llamaste Mari? ¿Sucedió algo?

—Quería saber cuando estabas libre... podríamos tomar un café o algo...

No debo negarme, es de mis pocas amigas y no quiero que esté mal porque yo soy una pésima amiga que nunca está para ella.

—Mañana entre mis horas en el hotel vamos, tengo entre las 4 y las 6 un descanso.

El engaño de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora