Futuro incierto.

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Tártaro: profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento y una prisión

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Tártaro: profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento y una prisión.​ Se encuentra bajo el inframundo.

(+) imagen: puerta al Tártaro.

•••

La luz iba perdiéndose a medida que uno descendía, y el calor dentro de las mazmorras no era para menos.

Un silbido en particular se escuchaba en la oscuridad haciendo eco entre las altas paredes que conformaban esa prisión. A pesar del sufrimiento, tristeza y abandono que el lugar emanaba por cada esquina, el visitante se encontraba de gran humor ─algo poco frecuente en él─. Una sonrisa adornaba su rostro, sonrisa que ni los lamentos lejanos de almas abandonadas lograban arrebatarle.

Un grandioso día para un grandioso dios.

Sus pasos se detuvieron frente a los barrotes que sellaban la libertad de su mayor rival.

─ ¡Hola! ─llamó con un tono juguetón. El reconfortante sonido de unas cadenas arrastrándose lo hicieron tomar entre sus manos los fríos metales, acercando su rostro mientras la expectativa crecía cada segundo que pasaba.

Sus párpados se ampliaron y su sonrisa se ensanchó cuando por fin la vio aparecer entre las sombras.

Encadenada, derrotada.

Su corazón se agitó emocionado, por fin tenía la justicia divina que tanto había pedido a Zeus.

─ ¡Pero que decepción! ─exclamó. ─Tu padre debería verte. ─ hizo una pausa, fingiendo que recordaba algo importante. ─ ¿Qué digo? Si yo mismo le quité los ojos.

─ YoonGi. ─pronunció sin mucho ánimo, ignorando las claras intenciones del contrario para provocarla.

El muchacho frunció el entrecejo. ─Ezio. ─corrigió —Ese nombre mortal ya no será necesario entre nosotros.

─ Te llamaré como yo quiera. ─ dijo sin mucho apuro─ ¿Vienes a hacerme compañía? ─ preguntó entre dientes. La furia que sentía con solo verlo podía más que su intento por mantener la serenidad. ─ ¿O es costumbre tuya demostrar tu gran estupidez al bajar hasta el Tártaro desarmado solo para presumir tu sucia victoria?

El nuevo dios se separó un tanto intimidado ante la mirada que recibía, rápidamente inspeccionó a su alrededor para cerciorarse que nadie lo atacaría. Recobró su confianza y se irguió, pasando por alto las palabras de la chica. ─ Pobre Lalisa, ¿cómo es que acabaste aquí?

Rió sarcástica. ─ Gran cinismo el tuyo al preguntar eso.

─ No puedes culparme. ─alzó sus manos fingiendo inocencia. ─ No fui yo quien renunció a todo por una simple mortal, no fui yo quien dio aviso a Zeus... ¡Oh! Espera. Ese sí fui yo. Pero tú te lo tenías bien merecido, la primera vez te lo dejaron pasar, una segunda es imposible el perdón. ¡Te lo advirtieron! Y aun así dejaste que una mujer sin valor, una asquerosa mortal te conquistara, poniendo todo en riesgo.

La ira fluyó a través de sus venas, nadie podía hablar así de su amada sin pagar las consecuencias. El lugar empezó a temblar y saboreó el terror impregnado en la expresión del chico mientras pequeñas rocas caían desde el techo; quiso avanzar, quiso arrancarle la lengua para que nunca más se atreviera a mencionar a Jennie, pero las cadenas en sus muñecas hicieron presión al percibir el poder que emanaba su cuerpo.

Cayó de rodillas mientras jadeaba ante el dolor que se propagaba a cada extremidad.

─ Que eficiente... ─susurró con una sonrisa.

─ Cobarde. ─gruñó. ─Todavía me temes estando encadenada.

─ Tú lo has dicho, encadenada. Por siempre.

─ Solo espera...

─ No, preciosa, no hay tiempo. Tengo una cacería que dirigir.

Las absurdas palabras del pelinegro llamaron su atención. El dolor en su cuerpo no le permitió levantarse; por lo que, de rodillas, con su mirada fija en él y su orgullo hecho pedazos, atendió la explicación que se avecinaba.

─ Convencí al gran Señor de deshacernos de las impurezas que habitan este mundo. ─llevó las manos a sus bolsillos.─ Las trompetas sonarán y yo dirigiré un gran batallón. ¿No es fantástico?

Solo una cosa podía significar aquello, el semblante de Lalisa se ensombreció y sus párpados se ampliaron. Con gran esfuerzo se levantó y se aventó hasta tomar los fríos barrotes moviéndolos con desesperación.

─¡Bastardo! ¡No te atrevas a hacerlo!

─¡No seas hipócrita! ¡Tú solo temes por esa sucia mortal! ¡Los demás no te importan! Pero yo imparto justicia igualitaria... ─recobró la compostura y peinó su cabello, intentando no caer ante el pánico que le resultaba la sola idea de una Lalisa libre. ─ Todo esos humanos morirán y vamos a librar a este mundo, empezaremos de cero.

─No te dejaré hacerlo... ¡Ven! ¡Enfréntame!

─ No, no, no. ─chasqueó su lengua ─Eso ya lo hice y gané. ¡Gané, Lalisa!

Los gritos de la muchacha resonaron e hicieron eco, no podía detenerlo. Golpeó con todas sus fuerzas hasta que la sangre de sus nudillos se deslizó por sus brazos.

El sonido de las cadenas retumbaron en sus oídos y cayó al suelo nuevamente.

«Jennie...»

Olympus ━━ JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora