VII. Seguridad.

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Ignorando el mal humor que Afrodita había estado mostrado los últimos días gracias a la ausencia de Lalisa, la tranquilidad que invadía el Olimpo era extraña; todos parecían estar en alerta con su presencia y le era inevitable pensar que sospechaban de sus planes a futuro.

Esa mañana mientras entrenaba, uno de sus discípulos se apareció para darle su informe diario.

Ares se inclinó y recogió unas flechas para empezar a practicar su puntería, no era necesario, pero desde que su hija no estaba no existía alguien que soportara sus duros entrenamientos y llegaba a aburrirse.

— Señor. — El muchacho inclinó su rostro en señal de respeto. — Hoy por la madrugada hubo una reunión del Concilio.

El dios arrugó su entrecejo y disparó dando directamente al blanco que colgaba en una de las paredes.

— Una reunión... quizá se perdió mi invitación. — Dijo con sarcasmo. — ¿Sabes el por qué?

— No. Pero, señor, ¿se ha dado cuenta del extraño comportamiento de los demás?

Ares relajó sus músculos y fue bajando su arco para poder mirar a su discípulo. — Tonto sería si no me doy cuenta.

— ¿Supo que enviaron a Ezio al mismo lugar que la señorita Lalisa?

— Me enteré de la buena noticia.

— Intenté averiguar el por qué, creí que era una prueba para él pero...

— ¿Pero?

— Lo hicieron para que vigilara a Lalisa.

El mayor apretó sus dientes y trató de controlar su respiración. Sabía que algo malo sucedía y aunque no quería darle más importancia, se trataba de su hija, su Lisa. No deseaba que ella estuviese expuesta a algún peligro.

— Necesito hablar con mi hija en persona.

— Ella y JiSoo ya se encontraron.

— Lo sé. Pero aunque esté con ella no me siento tranquilo.

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DongHae y Lisa serían los invitados de JiSoo por un tiempo, y aunque su casa no era muy grande, tenía el espacio suficiente para recibir a los dos.

Mientras el varón desayunaba en la cocina, Lalisa se encontraba en la sala, leyendo un libro que había encontrado en una de las repisas de su habitación. Habían varios términos que no lograba comprender pero le resultaba interesante la forma en la que el cuerpo humano funcionaba.

— Veamos que tenemos aquí. — El hombre comió su último pedazo de tostada y le quitó el texto a la menor que rápidamente se levantó intentando recuperarlo.

— No sabía que te interesaba la medicina. — Dijo con una sonrisa.

— No me interesa.

— Anemia. — Se detuvo en la página que la chica había estado revisando. — Entonces te interesó esa niña.

Olympus ━━ JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora