IV. Don.

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(+) Kim Jennie

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(+) Kim Jennie.

22 años.


°°°

Decir que YeRim se molestó cuando la vio ingresar junto a una desconocida en pésimo estado, era poco, sin embargo, después de que Jennie recurriera a su expresión de cachorro regañado fue ayudada a recostar a la joven sobre el sofá. La mayor agradecía esa amabilidad y empatía que su hermana poseía en casos como esos. Ambas sabían que admitir a una completa desconocida en su hogar no era seguro, pero en condiciones como en las que ella se encontraba parecía casi imposible de que algo malo sucediese. Jennie dejó que la menor preparara un recipiente con agua tibia y varios paños limpios para luego darle las buenas noches; ese día había sido muy largo y cansado, tanto que la mayor no fue capaz de pedirle más ayuda de la que ya había recibido.

— Si sucede algo, despiértame. Y trata de cambiarte, no quiero que enfermes. — Dijo antes de cerrar la puerta de la habitación que compartía con su hermana.

— Gracias. — La joven pelicastaña le dedicó una sonrisa y luego acercó una silla al lado del sofá, recorriendo con su mirada el cuerpo malherido. — ¿Qué te hicieron? — Cuestionó en voz baja. Ella no se consideraba una entrometida, pero le resultaba sorprendente que alguien se atreviera a dañar de esa forma a una persona, por lo que no pudo evitar preguntarse qué es lo que había pasado unas horas atrás con esa chica. ¿Una pelea? ¿Un asalto?

Sacudió su cabeza intentando concentrarse; por el momento debía encargarse de esas heridas. Su mano tomó uno de los tantos paños y lo hundió en el cálido líquido, exprimió y lo acercó al rostro de la chica.

— No... — La desconocida quiso alejarse.

— Está bien. — Pronunció con suavidad. — Solo es agua. — Volvió a intentarlo y esta vez logró limpiar la sangre y suciedad en el rostro ajeno removiendo con cuidado el flequillo de la contraria para revisar si no había una herida peor o algo similar, no la escuchó quejarse en ningún momento, cosa que agradecía ya que ella se encontraba nerviosa al no querer dañarla más. — No creo que dejes que te quite la ropa. — Bromeó, riendo ella sola. — Estás empapada...

Jennie se detuvo cuando apartó un par de mechones del rostro ajeno. Detallando las facciones de la chica se dio cuenta de lo bonita y frágil que se veía, incluso con los hematomas que todavía conservaba era preciosa. Mordió su labio inferior y dejó a un lado el paño ya sucio.

— ¿Puedes decirme al menos tu nombre? ¿Cómo terminaste así?

La desconocida intentó abrir los ojos por completo, pero le resultaba difícil. En el mundo terrenal sus heridas no estaban siendo curadas rápidamente y su cuerpo le pesaba el triple; al menos así lo sentía. ¿Así de simple y débil se sentía ser un mortal? — Lisa... — Respondió con la voz rasposa.

— Lisa... yo soy Jennie.

— Lo sé. Te escuché. —. Quiso reincorporarse pero volvió a caer sobre el sofá mareada. — Debo irme...

Olympus ━━ JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora