XXI. La vieja casa: Tristán.

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»Para que entiendan el contexto, entre 1950 y 1953 la guerra de Corea se llevó a cabo acabando con la vida de miles de civiles.

•••

El corazón de Lalisa se estrujó. Aquella anciana sentada a unos metros de ella y ese nombre significaron un corte circuito en su razonamiento, no apartó su mirada del cuerpo de la mujer hasta que sus dedos golpearon los costados de su muslos dándose cuenta que sus manos temblaban sin que ella pudiese controlarlas, sus piernas perdían la fuerza y agradeció no caerse ahí mismo.

El suave toque de la rubia sobre su hombro la ayudó a avanzar, lentamente se acercó pensando que todo era irreal. Podía ser uno más de esos sueños en los que se encontraba con su gran amor y lograba disculparse por no haberla protegido.

Cuando quedó frente a la anciana logró notar las arrugas, el cansancio y tristeza que su rostro desprendía. No podía reconocerla y aún así sabía que frente a ella se encontraba YooJin, su corazón latía de la misma forma en la que solía hacerlo cada vez que estaban juntas. Tragó saliva y escuchó muy claro cómo sus rodillas colisionaban con el suelo. La mujer bajó la cabeza, una mirada vacía fue con lo que Lalisa se encontró. ¿Había quedado ciega? Esa posibilidad terminó de romper su corazón. YooJin había sufrido y ella ni siquiera se imaginaba que seguía con vida.

La tailandesa vio cómo la mayor alzaba una de sus manos y la posaba sobre su rostro.

─ He esperado tanto por esto...─ Habló con un tono melancólico, sintiendo bajo su tacto cómo la muchacha temblaba. No la podía ver, pero en su mente se formaba la imagen perfecta de una Lisa afligida. Recordaba a la perfección las facciones de su amada tailandesa, lo suficiente como para guiar su índice hasta los labios ajenos para empezar su cuenta y demostrarle que era la misma mujer que muchos años atrás le robó el corazón. ─ Uno en el cuello... ─ Dijo con calma. ─ Otro bajo el ojo derecho...─ Ahora movía su dedo hasta el lugar mencionado. ─ Para ese momento los sollozos de la menor llegaron a sus oídos y el dolor que le generaba escucharla llorar por primera vez hizo que se detuviera.

YooJin se quedó quieta y sonrió levemente cuando los brazos de Lisa rodearon su cintura y esta escondía el rostro en su abdomen. Cualquiera que mirara la escena podría imaginar que se trataba de una nieta junto a su abuela reencontrándose después de muchos años. El llanto de Lisa opacó el silencio que su hogar y los alrededores siempre mantenían. Sus manos las llevó hasta la cabeza ajena y la acarició intentando brindarle consuelo.

─ Está bien... ─ Susurró YooJin. ─ Por fin estamos juntas...

Lalisa se fue acomodando y su cabeza quedó apoyada sobre los muslos de la mujer mientras cerraba los ojos, solo deseaba quedarse allí para siempre. Su energía se había esfumado y estaba lo suficientemente conmocionada como para hablar, no deseaba explicaciones ni nada parecido, solo detener el tiempo y que nadie pudiese interrumpirlas.

─ No ahora. ─ Pidió Lisa cuando escuchó a la rubia acercarse.

─ No estaremos por mucho tiempo aquí. ─ Dijo la joven, mirando con ternura cómo la tailandesa se aferraba a las piernas de la anciana mujer. ─ Lalisa. ─ La llamó. ─ La razón por la que ella sigue viva es porque tú dejaste de estar a su lado.

Lisa lo pudo intuir, pero ahora que ella estaba allí nadie podría dañar a esa mujer, no lo volvería a permitir. Incluso si ahora solo era el recuerdo viviente de un antiguo amor, la tailandesa quería protegerla. Eran incontables las noches en las que se pasó imaginando su vida si YooJin hubiese permanecido a su lado, tal vez habría renunciado a todo y compartiría las arrugas con su amada. Tal vez todo sería distinto. Pero, al final de todo, sus planes habían sido arruinados con una cruel mentira mantenida durante muchos años.

Olympus ━━ JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora