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Tuve que fingir dolores de cabeza y huesos durante dos días, no se me hizo muy difícil por el hecho de que sí había pescado un fuerte resfriado.

Así que estuve congestionado durante dos días, pero mágicamente resucité al tercer día de mi terrible enfermedad casi ficticia.

Es obvio que no iba a faltar al cumpleaños de Hunter por nada en el mundo, tal vez pueda presentarme un lindo amigo y terminemos follando en el baño mientras fumamos un porro, que maravilla sería.

Mis padres no sospecharon nada sobre mi expulsión, por un momento pensé que Louis se vengaría de mi actitud y les diría todo pero al final no fue así. Así que supongo que ahora le debo un favor, cosa que ligeramente ne aterra, ¿Que tipo de favor querría él? Probablemente no sea sexo porque si nos descubren lo encarcelan durante bastante tiempo, no creo que mi profesor sea tan estúpido cómo para querer pasar su corta vida miserable detrás de una celda en prisión.

Acomodo mi cabello lo mejor que puedo, le quito las pocas pelusas a mi skinny jeans y ato los cordones de mis converse negras. Me veo decente, tomo el dinero que mis padres me habían dejado para comprar comida y salgo de la casa dejándola con llave, puede que más tarde llegue muy borracho y no sepa ni abrir la puerta pero no voy a correr los posibles riesgos de que roben la casa mientras no estoy.

La dirección de la casa de Hunter está cómo a veinte minutos de mi casa, por lo tanto tomo un táxi y emprendo mi rumbo regañandome a mi mismo por no haber comprado una caja de cigarrillos en la tienda.

Le llevo un lindo regalo a Hunter, muy lindo.

Cuando llego a la dirección puedo ver que Hunter no estaba mintiendo cuando decía que sus padres tenían mucho dinero, mi casa debe tener el costo de lo que cuesta su patio súper arreglado. Toco el timbre y de inmediato una Hunter con un maquillaje demasiado impresionante abre la puerta recibiendome en un fuerte abrazo.

"Te estaba esperando." Ella me dijo sonriente.

"Lo mejor se hace esperar." Respondí entregándole la bolsa sellada.

"¿Puedo abrirla?"

"No, espera a que todos nos vayamos." Yo sugerí precavido, no quería que mi pobre amiga pasara por un terrible bochorno "¿De qué dices que trabajan tus padres?" Pregunté dandole un vistazo a la casa.

"Abogados."

La casa era digna de aquellas que usan para grabaciones de videos músicales, escaleras blancas tan lustradas que podías ver tu reflejo en ellas, un candelabro gigante en el recibidor, pinturas sin sentido que se ven muy costosas, en fin, la casa donde nunca viviré.

"¿Sorprendido verdad?" Ella alzó sus ojos coqueta.

Yo asentí silbando agudo.

"Y eso que no has visto la de nuestro querido profesor de Física, es el triple de grande que esta." Ella contestó simple.

¿¡El triple!?

Que lástima que no sea un viejito con plata que esté con un pie aquí y el otro en el más allá, tal vez podría estar con el así.

"Ven, vamos al bar." Dijo tomandome la mano y arrastrandome por el interior de la casa.

Atravesamos la cocina, la sala, y varios pasillos hasta llegar al patio con piscina, en donde se lograba ver algo cómo un búnker enredado entre árboles. Parecía una cosa de película, yo pensaba que eran falsas aquellas casas gigantes pero al parecer estaba equivocado.

Entramos al búnker que también parecía bloquear el sonido, ya que afuera no se escuchaba absolutamente nada pero adentro las bocinas estaban a reventar al ritmo de Drake. El pensar que no habría demasiada gente fue un error, hay personas yendo de aquí para allá, bailando, ¡Hay hasta un bartender!

𝑃𝑎𝑟𝑎𝑚𝑜𝑢𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora