EL ENCUENTRO
JAYDEN
Nunca me había sentido más vivo y libre que en ese momento. Me encontraba cabalgando una ola en mi parte favorita de Santa Mónica Beach. Estaba solo. No quería que nadie molestase mientras me centraba en una de las pocas cosas que me gustaban.
Pronto sería la hora de comer, mis padres me habían dicho que ese día tenía que estar en casa para la hora del almuerzo. Sí o sí. Según ellos, tenían que decirnos algo importante a mi hermana y a mí. Supuse que sería algún viaje o algo por el estilo. La verdad es que pasaba de cualquier plan que tuviesen en mente que nos comprometiera a pasar tiempo juntos.
Seguramente mi madre me habría estado llamando para ver dónde carajos me había metido. Pero dejé el móvil en mi habitación. Siempre lo hacía cuando iba a surfear.
Cuando la última ola rompió cerca de la orilla, me dispuse a salir del agua.
Llegué a la arena mojada y dejé el rastro de mis huellas por donde pasaba. Me dispuse a recorrer tranquilamente el sendero que conducía directamente hasta mi casa. Estaba como a unos diez minutos de la playa.
Entré por la puerta trasera que llevaba al patio de atrás, dónde estaba la piscina. Ví a mi hermana jugando en el borde de está con sus muñecas de sirenas. Todas con sus colas de colorines. Por cierto, una de ellas no tenía pelo. La pillé coartándoselo la semana anterior con unas tijeras que tenía en su cuarto.
Pensé en que cada día se parecía más a mí.
—Ey enana.—la cogí en brazos y le di un beso en los mofletes gorditos que tenía.
—Hola Jay.—era la única persona que dejaba que me llamase por ese apodo. Me hizo bajarla de mis brazos para que pudiese seguir jugando con sus muñecas.
Miré hacia el interior de la casa. La cocina conectaba con el patio trasero por unas enormes puertas correderas de cristal.
—¿Y mamá y papá?—le pregunté a la pequeña.
—No sé, hace un ratito estaban en el salón con...—no la dejé terminar de hablar porque me metí en la casa.
—Ya estoy aquí. ¿Dónde estáis metidos?
Se escucharon ruidos que venían del salón pero me quede bien la cocina. Esperando a los dos. Mientras mi hermana entraba y me miraba de reojo.
Por su cara me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que iba suceder a continuación. Y yo, tampoco.
—Que bien que hayáis llegado justo a tiempo chicos. ¿Qué tal estáis?—Dejo a mi madre cuando apareció por el umbral de la puerta de la cocina.
—¿ Podéis decirnos ya que carajos está pasando?—estaba perdiendo la poco paciencia que tenía.
—Jay, por favor. Que está tu hermana delante.
—Jayden.—la corregí.
Mi madre dió un largo suspiro antes de girarse y llamar a mi padre para que entrase en la cocina.
—¡Andrew! Ya podéis entrar.
¿Podéis? O sea, que mi padre no estaba solo. Había alguien más. Supuse que era alguien nuevo del servicio de limpieza. Llamadme iluso.
Lo que ví a continuación me dejó completamente en shock. Cuando mi padre entró, detrás de él iba andando una chica que caminaba con cuidado. Parecía que pensaba que iba a romper el suelo con cada paso que daba.
Por mero instinto la miré cuidadosamente de arriba abajo. Tenía el pelo moreno con pequeñas ondas algo despeinadas. Los ojos como el color del agua cristalina. Y los labios carnosos.
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TODO POR NOSOTROS
Ficção AdolescenteLa vida en un orfanato puede parecer una vida llena de compañerismo, pero en realidad está llena de soledad. Si no que se lo digan a Kayla Brown. Ha vivido sola toda su vida, salvo por una persona, su mejor amiga. Surf, playa y sol son las tres pala...