KAYLA
La semana siguiente pasó sin ningún tipo de problema.
Fui casi todos los días a surfear con Jayden. La diferencia era que él sí sabía y yo no, era una inexperta.
Jayden se reía de mí mientras me ahogaba en el agua e intentaba salir como un pez al que le falta el agua, pues a mí me faltaba el aire.
Esos ratos que pasábamos juntos me parecían de los más divertidos.
Parecía que habíamos pactado una tregua, aunque algunas veces me sacaba de quicio con sus típicos comentarios.
Nos llevábamos mejor, después de aquel día en la playa, no sé, aunque sabía cosas de mí que a lo mejor no debería saber. A veces era mejor mantener el pasado enterrado, pero en ciertas ocasiones era prácticamente imposible.
No me quería abrirme así a la gente. No podía hablar de mi pasado con la gente, me costaba demasiado.
Cuando entré en el orfanato era muy pequeña, apenas recordaba a mis padres.
Cuando crecí un poco más los del orfanato me dijeron que mis padres murieron en un accidente de tráfico. ¿Me lo creí? Pues no. Había algo detrás de todo lo que me dijeron.
Todo lo que tenía que me recordaba a ellos era el colgante que llevaba aquella noche en la que alguien me dejó en la puerta del orfanato, en Londres. Era un largo collar de plata que después me quedaba como una especie de gargantilla, con la letra K colgando de ella.
Y también la marca de nacimiento, esa de la que Jayden se dio cuenta la primera vez que surfeamos. Por eso me tensé, no quería hablar de ello, y menos con Jayden. Aunque últimamente nos llevásemos mejor no iba a contarle lo que me ocurría.
No recordaba nada de mis padres biológicos. Por eso guardaba con toda mi alma aquella gargantilla.
Cuando pensaba en toda la historia de mis padres, de como llegué al orfanato... me retorcía el estómago, sentía unas inmensas ganas de llorar... pero antes de que alguien me pudiera ver, yo ya me había limpiado las lágrimas que estaban apunto de salir.
Ahí sacaba a lucir a una Kayla fuerte que en realidad no había.
Era sábado, aquel fin de semana había otra fiesta. Yo no tenía ganas de ir, para que pasara lo mismo que la otra vez, no gracias.
No estaba de ánimos aquel día.
Sin embargo, Jayden iba a cada una de las fiestas que se celebraban ya fueran de día, de noche... Parecía el rey de todo aquello: todos querían llevarse bien con él, querer estar siempre a su lado. Yo pensaba que aquello era una tapadera: quería que todo el mundo le viese como el que más tiene y el que mejor vive para no sacar al verdadero Jayden.
Y allí estaba yo, viéndolo subirse en su Audi para irse no sé dónde porque la fiesta no sería hasta la noche.
¿Pero que me importaba dónde se iba?
Las dos estamos seguras de que te importa, mujercita.
Me pasé el día entero leyendo el libro que empecé a leer antes de irme del orfanato, Madison se estresaba cuando me ensimismaba y no le prestaba atención cuando leía. Joder la echaba tanto de menos...
Con el pensamiento de hablar con ella, cogí mi móvil y marqué el número del orfanato, comunicó unos segundos hasta que una voz habló:
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TODO POR NOSOTROS
Novela JuvenilLa vida en un orfanato puede parecer una vida llena de compañerismo, pero en realidad está llena de soledad. Si no que se lo digan a Kayla Brown. Ha vivido sola toda su vida, salvo por una persona, su mejor amiga. Surf, playa y sol son las tres pala...