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Cuando Alissa volvió del paseo y entró en la casa de su hermana. Alexa la miró con disgusto y preguntó:

– ¿Dónde has estado?

– Estabas dormida cuando me he despertado -respondió-. Todavía tengo que comprar unas cuantas cosas, así que he salido a dar un paseo y...

– ¿A dar un paseo? -dijo con incredulidad-. ¿Vuelas a Rusia esta tarde y todo lo que se te ocurre es salir a dar un estúpido paseo?

Alissa apretó los labios.

– No sé cuánto tiempo estaré afuera -declaró-, pero sé que echaré de menos este lugar.

– Mamá se ha presentado a la hora de comer. ¿Y sabes una cosa? ¡Sabe de dónde has sacado el dinero!

Alissa la miró con horror.

– ¿Cómo se ha enterado?

– Lo ha deducido por su cuenta. Y aunque todo ha sido cosa mía, ahora está convencida de que tiene el dinero gracias a ti. Menos mal que sólo sabe eso: no imagina que tu boda con él es una especie de trabajo.

Alissa gimió.

– Dios mío, ¿qué voy a hacer ahora?

– Yo no me preocuparía mucho. Jenny está encantada con tu futuro marido; además, le he dicho que el dinero te lo dio Harry por su cuenta, para que hicieras lo que te pareciera oportuno con él.

– Comprendo...

– Como ves, he vuelto a salvarte el pescuezo -ironizó.

Alissa apretó los dientes. A pesar de que su hermana se iba a casar con Jamie al día siguiente, se comportaba como si su matrimonio con Harry fuera una ofensa inadmisible para ella.

– No, querida hermana, no eres tú quien me ha salvado el pescuezo a mí, sino yo quien te lo ha salvado a ti -le recordó-. Fuiste tú quien firmaste ese contrato con mí nombre, sin que yo lo supiera. Fuiste tú quien se metió en un lío. Y ahora soy yo quien me tengo que casar con Harry.

– ¡Oh, qué gran sacrificio! -se burló Alexa-. ¡Casarse con un hombre absolutamente fascinante, fantásticamente rico e increíblemente generoso con el dinero! ¿Es que te has vuelto loca? No ha dejado de enviarte regalos y ramos de flores todos los días... Muchas mujeres estarían más que encantadas de casarse con él. Pero tú no, claro.

Alissa no quería discutir con su hermana, así que desapareció escaleras arriba. Al parecer, a Alexa le seguía importando más el dinero y la riqueza que su supuesto amor por Jamie y el hijo que esperaba.

Sin embargo, en lo de los regalos y las flores tenía razón. Harry había sido muy generoso con ella, mucho más de lo que su contrato exigía. Ahora era propietaria de un reloj de diamantes, de todo un juego de maletas de diseño y de un anillo con un diamante enorme que volvió loca de celos a Alexa.

Por si eso fuera poco, Harry la había llamado por teléfono todos los días. Sin embargo, él se limitaba a hablar de sus negocios o de su equipo de fútbol. No hizo el menor comentario, ni una sola vez, sobre la atracción que sentían. Y cuando pasaban a otros asuntos, era para hacerle preguntas que, en lugar de animarla, la aterrorizaban.

– ¿Con cuántos hombres has salido? -le preguntó un día.

– Con uno o dos -acertó a responder-. ¿Y tú? ¿Te has enamorado alguna vez?

– ¿A qué te refieres con lo de enamorarse? ¿A estar obsesionado por una mujer? Si es así... no, nunca me he enamorado -le confesó.

– Entonces, ¿por qué te casaste con tu primera mujer?

Magnate - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora