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Kate abrió los ojos para descubrir la luz del día. Despacio se incorporó sobre un codo, al tiempo que se echaba el pelo hacia atrás y miraba a su alrededor, atontada por una noche inquieta repleta de sueños breves y perturbadores.

Lo primero que registró fue que la otra almohada estaba arrugada y el edredón doblado, lo que indicaba que Harry había pasado al menos parte de la noche con ella.

Bueno, algo era algo... aunque no se hubiera molestado en despertarla.

Se dirigió al cuarto de baño. La toalla mojada de Harry colgaba del toallero,y una fragancia agradable a colonia, pasta dentífrica y jabón impregnaba el aire húmedo. Pero él se había ido.

Al dar la vuelta decepcionada, un aroma leve, pero persuasivo de café penetró en su conciencia, y lo siguió hasta la cocina.

Harry se hallaba ante la encimera, untando mantequilla en una tostada.Llevaba unos chinos viejos y una sencilla camisa blanca. Alrededor de los hombros colgaba una sudadera y el cabello aún estaba mojado por la ducha.

Kate se apoyó en el marco de la puerta y lo contempló, con un movimiento dejó que una de las tiras del camisón se deslizara por su hombro.

—Hola —saludó en voz baja.

—Hola —sonrió y le recorrió el cuerpo con la vista—. Estás decididamente hermosa, señora Styles. No creo que haya visto antes ese camisón.

—Se suponía que debías notarlo anoche —Kate le sonrió, consciente deque sus pezones se endurecían bajo su escrutinio, claramente perfilados contra el satén para deleite de él.

—Lo siento —no sonó demasiado arrepentido, ni tampoco se acercó a ella como Kate había esperado—. Trabajé más tiempo que el que planeé, y luego me atrapó algo en la televisión. Ya sabes cómo son esas cosas.

—Podrías haberme despertado... —reprendió suavemente—... cuando subiste a acostarte.

—Dormías como un bebé. No me atreví —sacó una jarra con zumo de naranja fresco de la nevera y le sirvió un vaso—. Su tónico de la mañana, señora.

—Se me ocurre un reanimador mejor —habló con voz ronca, mirándolo,sabiendo que le gustaba verla de esa manera, acalorada y con el pelo revuelto de dormir. Se ajustó la tira del camisón, dejando que las manos se demoraran unos momentos en sus pechos—. ¿Por qué no desayunamos... en la cama?

—Te lo dije anoche —sonó algo divertido—. En cuanto me haya bebido el café, me voy a Whitmead.

—Te invitaron a comer —intentó no transmitir demasiada queja—. Seguro que no tardas toda la mañana en llegar.

—Papá quiere que lo ayude con algunas vallas.

—Oh —Kate se irguió—. ¿Y eso se antepone a tu esposa?

—Hoy sí —depositó el vaso con zumo de naranja en la encimera—.Pareces haber olvidado que ni siquiera ibas a estar en casa —hizo una pausa—. Dime, Kate, si la boda se hubiera celebrado y yo hubiera insistido en que hoy me acompañaras, ¿habrías antepuesto eso a los preparativos habituales después de la ceremonia?

—No es justo —protestó ella—. Una boda, o cualquier tipo de fiesta, es totalmente diferente. La preparo de antemano y superviso la recogida de todo.En eso no tengo elección. Es trabajo.

—Por otro lado —él se encogió de hombros—, podría ser sencillamente una cuestión de prioridades. Y hoy las mías no las he decidido yo.

Dejó a un lado la tostada sin tocar y se dirigió a la puerta. Al pasar al lado de ella se detuvo, le sujetó las muñecas y de pronto la inmovilizó contra la pared.

Bajo Sospecha - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora