Capítulo XIII: El Pecado Original

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- ¿Lo harás rudo?

-Esa es una terrible, aunque muy acertada elección de palabras. Si quieres, y por ser tú, puedo ser suave.

-No, preciosa Anantares, si queremos hacer de esto una experiencia memorable pese a la clandestinidad, hagámoslo salvaje.

- ¿Podrían dejar de sonar como si fuesen a tener sexo? -suplico Iris, sentada en el regazo de su mellizo.

-Espera, copito de nieve -dijo Nico, dibujando una sonrisa en su rostro -. Se esta poniendo ardiente, quiero ver a donde llegan.

- ¡Nicolás Petrocelli! -chillo Iris indignada, antes de devolver su vista a Jace y Anantares.

Ocupaban la Sala de Entrenamiento, llevando a cabo una estúpidamente trascendental apuesta.

Cuando Jonathan, sutilmente, le dijese a Alec en el desayuno, lo bien entrenados que los Exsequors estaban, y como los consideraban los mejores guerreros del mundo, Jace no había podido evitar sentirse personalmente ofendido.

Cuando Anantares se hubiese reído ante eso, Jace la reto a un duelo amistoso. Alec trato de disuadirlo con el "débil" argumento de que su oponente era hija de la Muerte misma, pero a Jace solo lo emociono aun más de ser posible.

-Anantares, no lo mates, por favor -pidió Clary, sentada junto a Magnus, Isabelle y Simon -. Aun que sea un blandengue, me gusta ese blandengue.

Jace le dio una mirada poco amistosa, mientras Elaine y sus hermanos soltaban una risita.

- ¡Acábalo, Anny! -animo Orpheus, con Mikael haciendo mímicas hacia Jace, pasando su propio pulgar en horizontal por su garganta.

- ¿Nadie tiene fe en mi? -Sollozo Jace dramáticamente -Alec ¿Alec? ¡Apóyame!

Alec, quien hasta ese entonces estaba recargado contra Jonathan, escribiendo algo en un folio en blanco, pidió un minuto antes de sonreír y levantar el folio, darle vuelta y revelar el pequeño cartel improvisado que decía: "EQUIPO RUBIO"

Jonathan se rió, se acerco para murmurar al oído de su novio -Ambos son rubios amor ¿A cual se supone que estas apoyando?

Alec le dirigió una sonrisa discreta -Al que gane, por supuesto. Pero ellos no deben saber eso.

La carcajada que se le escapo a Jonathan lleno el espacio, ganándole algunas miradas de los presentes.

Adaptarse a Jonathan no era sencillo. Era una nueva realidad para todos el verlo entrenar por las mañanas, preparar el desayuno para Alec y solo...rondar alrededor del mayor de los Lightwoods como un satélite, intentando disimuladamente pasar desapercibido.

Además de que Alec y Jonathan parecían tener su propio espacio, separado del resto de los habitantes del Instituto. Era más que obvio que en parte, Alec lo hacía para evitar que Magnus o su familia atacara a Jonathan o se sintieran incómodos con él,

Por supuesto, el hecho de que Jace fuese a recibir ayuda por parte de Anantares debido a que Jonathan lo había solicitado, la sonrisa de Alec bordeando lo maníaco y la constante vigilancia que los exsequors ejercían sobre los ocupantes del Instituto no ponía todo más fácil.

Aun que, nada lo había sido últimamente.

- ¿Listo, Herondale? -cuestiono Anantares, colocándose en posición -. Estas a tiempo de dar marcha atrás.

-Sueñas preciosa -contesto Jace, a solo segundos de lanzar el primer golpe y...

-Detente, Anantares.

La voz, potente, cargada de autoridad y un ligero siseo, provino de la pequeña Iris. Había salido del regazo de su hermano, y caminado hasta el centro del salón, sus ojos totalmente en blanco y su postura rígida. Los cazadores vieron incrédulos como cada exsequor de la habitación se arrodillaba ante ella, Elaine corriendo a posicionarme junto a Jonathan y Alec.

The Things I Forget (Jonalec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora