Nueve.

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Eran las 9:23 cuando toque la puerta de la señora Brenner. Espere un par de segundos, antes de que la puerta se abriera, mostrandome a un chico alto, rubio y de ojos azules que me miraban confundido.

-¿Hola?- dijo confundido y Dusty paso entre sus piernas directo a buscarme.

-¡Hola, mi corazon!- dije contenta tomandolo en brazos y dandole un abrazo.

Lo había extrañado tanto.

-Tu debes ser la dueña de Dus- dice el chico sonriendo y asiento.

-Alaia- extendí mi mano.

-Paxton- la estrecha.

-Hola, caramelo- la señora Brenner se abre camino y me abraza.

-Hola, Peggy- dije riendo.

-Estpy viendo tus ojitos y me dicen que algo paso- dice algo preocupada y niego.

-No tienes ni idea- dije negando y tratando de no pensar en lo sucedido.

-Ven. Estuvimos haciendo cupcakes- todos entramos en su departamento, que es exactamente igual al mio-. Paxton se mudo al 4 C un día después de que te fuiste- cuenta la señora Brenner.

-Bienvenido entonces- le sonreí al chico.

-Igualmente- parecia bueno.

-Ten, caramelo- me deja un cupcakes frente a mi-. Es de chocolate y banana.

-Es el mejor que he probado- dije después de una mordida-. Voy a pagarte por cuidar a Dusty. Tarde más de lo que habia dicho.

-No. No quiero nada. Es un angelito- dice rápidamente y empiezo a reir.

La mañana con ellos fue linda. Era un sábado bastante relajado y Paxton era agradable. Era editor en una editorial de libros y, en cuanto le conté que estaba esperando que me llamasen, me dijo que el lunes hablaría con si jefe para ayudarme a entrar a trabajar. Me puse tan feliz por eso, que se me olvidó todo lo que habia ocurrido.

Para cuando dieron las dos de la tarde, y después de una buena comida con la señora Brenner y Paxton, volví a mi ático con Dusty, quien no tardo en ir a dormir a mi habitación como siempre lo hacía.

Me sente en el sillón gris que había en la sala y tomé mi telefono dispuesta a enfrentar aquello que había ignorado. Había decenas de mensajes de Matti y muchas llamadas no contestadas. Había mensajes de voz y, en varios de ellos se escuchaba llorando.

Sin pensar mucho, lo llame y espere paciente a que contestase. Me atendió al primer timbre.

"¿Ali? ¿Donde estas? Necesito verte y hablar contigo" suena desesperado.

"Estoy en Londres, Matti" lo dije en un susurro y la línea quedó muda.

Escuchaba su respiración del otro lado. También sabía que seguro estaba debatiéndose en que mierda contestarme. Lo conocía tan bien que me dolia.

"Te fuiste" murmura dolido.

"Matti, no puedo estar cerca tuyo sabiendo que nunca..." y deje la frase en el aire.

"Pero te fuiste" repite y siento mi corazón romperse en mil pedazos.

"Tenemos que terminar esta mierda que hay entre nosotros, Matt. Uno de los dos está sufriendo" dije cansada.

"Dijiste que no ibas a irte" acusa.

"Dije que me iba a quedar tanto tiempo como lo soportara" corregi y suspira.

"¿Y ahora que?" Esta molesto.

"No lo se" susurre.

"Bien. Dime en cuanto lo sepas" y con eso cuelga el telefono.

Nosotros: Y Lo Que Nunca Seremos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora