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Sana observaba como el alma de Jimin salía de aquel cuerpo humano. A su alrededor había una cantidad de Ángeles algo grande, pues estos ayudaban a proteger a Jimin, que si bien no moriría espiritualmente por su muerte terrenal, tenía que guardar reposo por lo menos, de un año, antes de volver a la normalidad como el Ángel que es. Claro, esto solo lo podía ver Sana, Mina era ajena a lo que estaba sucediendo con su Minie.
—Nos veremos pronto, Jiminie... — susurró, aun desbordando lágrimas de sus ojos, mientras que observaba como todos se alejaban para seguir con el proceso de restauración.
—¿Estás segura de no querer volver al cielo aún, Sana? Sabes que ya no... Ya no es necesario que te quedes en este lugar— le habló uno de los Ángeles que estaban allí.
Ella negó, sin dudarlo.
—Todavía quiero hacer algo... — contestó, pues el señor Kim la necesitaba y ella se estaría allí hasta que él fuera feliz.
El contrario le sonrió leve, le dio alientos y sin más, se hallaba sola de nuevo, con el llanto de Mina como compañía.
El cuerpo inerte de Jimin seguía allí. Sana sintió tanta tristeza. Era una presión en el pecho que no podía deshacer.
—¿A-Ahora que haré? — escuchaba los lamentos de la mujer— Jimin.. Mi Jimin ha muerto... — lloraba, sin dejar ver su rostro, cubierto por sus propias manos.
En ese momento no había consuelo, parecía que toda la alegría se había esfumado, todo se veía tan oscuro, tan negro y sin vida. ¿Esto era lo que el señor Kim sentía casi diario? ¿Su corazón vivía esa opresión tan sofocante? ¿Como respiraba así cada día? Sana no lo entendía, pero lo admiraba y con ello, sus ganas de ayudarlo, crecieron más y más.
Tenía que rescatarlo. Haría algo por él, por su felicidad, por todo.
Aunque, sería mucho más complicado de lo que ella creía.
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Taehyung que se asifixiaba cuando sintió el frío contacto de aquella mujer. De su boca deseaba soltar mil insultos, preguntas y muchas palabras que no dijo aquella vez. No obstante, su cuerpo no pretendía responder ante sus pensamientos. Solo estaba allí, observando la cercanía del rostro viejo de su madre.
—¿Por qué lloras, cariño?—
Esa voz... Esta que por mucho tiempo lo llenó de amenazas.
—Mami ya llegó— susurró, con una sonrisa extraña en sus labios.
En sus planes nunca estuvo el querer volver verla. No quería saber nada de ella y se prometió a sí mismo jamás buscarla, porque para él, su mamá había muerto el mismo día que ella, asesinó a su padre frente a sus ojos, sin piedad, sin remordimiento.
No salió palabra alguna.
Su mente lo estaba atormentado con esos recuerdos tan desagradables. La oscuridad que había desaparecido con la brillante sonrisa de Sana, había vuelto, apoderándose rápidamente de su débil corazón, llenandolo de mil miedo, pero sobre todo, de odio, de odio puro hacía esa fémina que sin vergüenza, lo miraba, como sí hubiese hecho nunca nada en su vida.
Quería matarla.
No iba a mentir, quería safarse de aquellas ataduras y ahorcarla, mientras que le decía la razón por la que arruinó su vida.
No soportaba verla, no aguantaba vivir con la idea de que esa mujer que lo parió, seguía viva.
Apretó su mandíbula, al igual que sus puños, mirándola con toda la intensidad que podía, a la vez que gruñía como sí de un león se tratase.
—¿Sucede algo, Hyungie? —
Su hipocresía le martillaba el alma y sus razones para querer torturarla, se incrementaban de forma increíblemente rápida.
—Cállese— espetó con rabia.
Tenía miedo, joder, pero el coraje de mirarla tan sonriente como la psicópata que era, le podía más. En ese momento no se dejaría intimidar. Él ya no era más ese adolecente tonto que lloraba porque su propia madre lo amenazaba con herirlo. Él era Kim Taehyung ahora, un hombre golpeado por la crueldad de la vida, un ser humano que se había acostumbrado a vivir con rencor en su corazón, que había vivido por muchos años con el único propósito de ver como la humanidad desaparecía.
Sin embargo, en medio de todo aquel color negro, había un punto blanco.
Minatozaki Sana.
Aquella chica sonriente, de ojos avellana, cabello largo, suave y castaño. Esa mujer risueña que le daba una razón para seguir luchando en este mundo lleno de dolor.
Ella, ella le había enseñado a sonreír, a respirar hondo cuando estuviese desesperado. Sana estaba ahí, en su mente, en su corazón, impregnada en su alma, y él se aferrada a eso, a la idea de que quizá, en otra vida pudiese verla de nuevo.
La luz atacó la oscuridad en su corazón.
En ese instante, no todo era blanco, ni negro, era gris, porque, aunque no estuviesen juntos físicamente, un lazo seguía uniéndolos, y ese, era la confianza que habían formado al pasar de los días, de las semanas y los meses juntos. Taehyung no la consideraba su novia, era mucho más que eso, era su angel, su salvación.
Sana era la razón de Taehyung para soportar lo que estaba sucediendo en aquel mugriento calabozo.
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Ellos dos era un caso completo.
Sana apareció de la nada y Taehyung no la aguantaba. Pero aún así, con el tiempo se dejó domar por la calidez de aquella chica.
El blanco y el negro.
Nadie nunca creyó que eso, podría formar un lindo color gris, que al final, no sería tan malo.
Ahora, lo único que cada uno anhelaba, era verse de nuevo, sentirse y confirmar, que su encuentro iba mucho más allá de lo que el universo alguna vez planeó.
Y harían lo que pudiesen para sonreirse de nuevo.
By: _OyeEli_
Fué un capítulo corto, pero espero que haya sido de su agrado :)
A esta historia no le quedan más que unos 5 capítulos.