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Soojin bailó con la música, sus movimientos eran tan suaves que parecían uno. Se había despertado después de su sueño y decidió que quería divertirse, así que aquí estaba.
Bailar siempre había sido una pasión para Soojin, la ayudó a calmarse cuando todo era demasiado. Giró, moviendo los brazos en un instante. Podía ver las sombras siguiendo su forma detrás de ella en el suelo, una imagen especular. Se preguntó cuánto tiempo había estado aquí, bailando en la oscuridad, iluminándola.
La música era casi un susurro para no despertar a Shuhua, y acarició los oídos de Soojin. Le encantaba bailar porque era el único momento en que sus pensamientos no la atacaban como balas, aunque siempre volvían tan pronto como se detenía. Entonces, cuando sus movimientos se hicieron más lentos, pudo sentir que pensaba en el futuro. Como demonio inmortal, Soojin nunca pensó en el futuro. ¿Por qué lo harías cuando tenías todo el tiempo del mundo, para hacer de todo, y de todos. Soojin se sentó, y ¿qué hay de su propósito? No podía engañar a Shuhua, pero Shuhua podría no ser suficiente. Soojin esperaba que lo fuera.
Pero la esperanza nunca fue suficiente.
¿Qué pasaría cuando Shuhua tuviera que volver al cielo? ¿O ella al infierno? Tal vez el infierno las exceptuaría, pero si lo hicieran, Soojin no creía que Shuhua pudiera irse. Era como una serpiente, deslizándose por su garganta y dentro de su estómago, sentándose allí. Sabía que sería peor irse, pero la voz le dijo que sería bueno para Shuhua. Se obligó a sí misma a ser egoísta por última vez, tenía que serlo, para poder quedarse sin preocupaciones. El egoísmo nunca llegó y se dio cuenta de que si Shuhua realmente la amaba, se quedaría.
Y si no…
Soojin no quería pensar en eso. Se levantó, apagó la música con un giro de un dial y se estiró. Girando el cuello, caminó hacia el espejo del dormitorio, como lo hacía la mayoría de los días. Excelente. Pensó, frotándose el cuello. Nunca tuvo chupetones con los mortales, solo los ángeles y los demonios podían afectar su fuerte piel. Esto era nuevo, pasó sus dedos sobre las marcas rojas, sonriendo, ahora era ella la que estaba pintada de rojo. La idea la hizo reír y se tapó la boca con la mano, tratando de no despertar a Shuhua. Tristemente, la ángel la escuchó, sentándose y mirando. Luego comenzó a reírse, fuerte. Soojin puso los ojos en blanco y se acercó, golpeando su hombro ligeramente.
ーOh para.ー Dijo ella, fingiendo estar molesta.
Shuhua sonrió, haciendo la cara que Soojin solía hacer, ーRealmente te hice un número, ¿no?
ーDios mío, deja de burlarte de míー. Ella gimió, abrazando a Shuhua.
Sintió que la chica se quedaba en silencio, abrazándola de vuelta. Comenzaron a besarse, pero Shuhua se apartó.
