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Los nervios de Soojin estaban al límite. Su cubo había sido consumido casi por completo por la niebla plateada, solo quedaban unas pocas manchas rojas. Si esto fue malo, fue realmente malo.
¿Y si fuera bueno? Bueno, entonces gracias a Miyeon.
Soojin no sabía si podría manejar más conflictos, solo quería ser feliz. Sin embargo, parecía que eso era mucho pedir. Otra cosa que la preocupaba era que el impulso de seducir se había ido definitivamente. No sintió ni un susurro del impulso en su oído. Tal vez si solo estuviera con Shuhua no sería tan extraño, pero había salido a probarlo.
Obviamente, nunca habría engañado, solo quería saber si ver a las personas sentadas inocentemente en el bar desencadenaría algo. No hace falta decir que no lo hizo. Sabía que debería estar aliviada, había querido que desapareciera durante tanto tiempo, pero ¿y si se estaba muriendo? ¿Pueden morir los demonios? Ella nunca había oído hablar de eso. Solo la magia que los hizo podía hacerlo. La idea era absurda, pero aun así su preocupación hacía que pareciera mucho más probable de lo que era.
«Pensemos en las buenas posibilidades» pensó. Antes había considerado que podría haber sido Shuhua, ¿y si tenía razón?
Volcó toda su esperanza en esa idea, no era mucha, pero fue suficiente para calmarla.
Levemente.
Caminó hacia la cocina y comenzó a arrullar lo más rápido que pudo. La invitada llegaría pronto y solo había preparado un plato, pollo. Por lo general, no era tan atolondrada, pero el estrés siempre la afectaba. Metió patatas en el horno y comprobó que el pollo todavía se estaba calentando. No se podía servir pollo frío a las invitadas. El calor del horno golpeó su piel, y luego el frío hizo lo mismo mientras lo cerraba. Miró a Shuhua, que estaba cortando verduras. No podía dejar que la chica supiera lo que estaba mal.
[...]
una hora más tarde sonó un golpe en la puerta y Shuhua corrió para abrirla. Sin embargo, Soojin estaba detrás de ella, esperando ansiosamente. Shuhua dejó entrar a Soyeon y Yuqi, y Soojin inmediatamente agarró al demonio.
ーTengo algo que mostrarteー, dijo ella, ignorando la mirada inquisitiva.
Llevando a la menor a su habitación, empujó el cubo en su cara. ー¿Qué es esto?
Soyeon lo tomó y sonrió. ーParece que has encontrado a la indicada.
ー¿Eh?ー preguntó Soojin, confundida.
ーHay una cosa que nadie sabe sobre los ángeles y los demonios.
ー¿Qué?
ーSomos lo mismo.ー Soyeon dijo: ーAmbos estamos impulsados por un propósito negativo, aunque para los ángeles es menos diverso, generalmente el estado o la perfección. Lo único que puede detenerlo para cualquiera de nosotros es uno.
