Capítulo 1.

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El amor

Me encuentro como si dudara de mi hombría en estos momentos. Que no es que dude de ella en realidad es que...

-Bebé apúrate- sonríe con los ojos aunque tratando de ocultar la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida.

La miro y le frunzo el ceño con su pie derecho en mis manos encima de mis piernas mientras hago cosas de chicas.

-No vayas a mancharme la orilla- insiste queriendo que me enoje, y entiendo que por más que trate no puedo enojarme con ella, es mi debilidad.

Continúo aplicando el esmalte rosa pálido en sus delicados pies bajo su atenta mirada y a un segundo de reventar en carcajadas. La observo contemplando su belleza, sus ojos cielo y su cabello como la arena de playa, largo como una cascada que termina encontrando la mitad de su trasero, y una boca que te hace mantener el deseo y pensamiento morboso aunque no quieras. Muestra su lengua cuando ve que la miro sin rodeos.

-Me vas a gastar- sabiendo ella que es mi mejor imagen para contemplar.

Sigo con lo mío hasta que termino, y a ella, sólo a ella le haría estas cosas.

-Gracias bebé- agradece con un beso en la mejilla que giro para que me alcance a besar en la boca mientras mis manos bajan a su espalda para apretarla contra mí. Unimos nuestros labios en un beso profundo y su gemido entrecortado me hace alejarme.

-Vamos a mi cuarto- estamos en la sala de su casa, y agradezco que sus padres no estén.

-Honey no puedo- retiro el cabello de su cara y la beso de nuevo.-Estamos en casa de tus padres...

-Y hay que respetarla- termina por mí y asiente más de una vez en burla.

-Es lo que hay- la presiono contra mis brazos absorbiendo su aroma primaveral.

-Detesto esto- sé que sí, pero hay normas que no deben dejar de cumplirse.

-¿Tu madre terminó con los encargos?- me abraza más fuerte y nos extendemos en el sofá.

-Restan tres- le beso el cabello.

-Iré mañana para ayudarla- lo hace siempre, mi mama es modista y lleva a domicilio los encargos que le hacen. Algo que no funciona bien siempre puesto que, o camina mucho a pies o gasta más dinero para llevarlas.

- ¿Qué ha pasado con tu compañero?- muerdo su oreja y levanta la vista hasta mí sonriendo.

-¿Celoso?- niego. –Lo estás y no tienes razón para ello- pero mi mente no lo comprende de esa manera. Es un compañero de la universidad que la asedia cada que puede, y me cabrea que sea de buen ver, palabras de mi novia. Y que sea rico, inteligente, rico, dinámico...rico ¿Ya dije rico? Lo digo de nuevo, rico.

-No dejes tu mente volar tan lejos- besa la punta de mi nariz.

-Es que...- toma mis labios otra vez.

-Anda, toca para mí- sonrío en su boca. Sabe cómo aterrizarme.

No hay que hablar más, busco mi guitarra arriba del gris sofá de en frente y la saco del estuche negro que me hizo mi madre cuando me la regaló.

-¿Recuerdas cuando nos conocimos?- sube los pies en el mueble y yo acomodo mi otra parte de vida en mis manos.

-Nunca lo olvido- sonríe y mete la mano entre su cabello dejando el codo arriba del sofá mientras me mira.

Afino la guitarra por costumbre ya que cuando inicié en esto lo hacía a cada nada y con púa en mano relajo mis dedos para iniciar una melodía para mi Honey.

Las notas de Fields of Gold comienzo a sonar con mis ojos puestos en otra parte de mi vida entera quien me mira con sus ojos iluminados de amor.

Es una canción que le encanta a mi madre desde que la escuchó por primera vez, y me he adueñado de ella al igual que mi novia.

You'll remember me when The wets wind moves

Upon The Fields of barley

You'll forget The sun in his jealous sky

As we walk in Fields of gold

Retrocedo a los años de infancia en un parque del centro de la ciudad, yo apenas tenía 8 años, y me comía un helado de chispas de chocolate sentado en el banquillo de color azul, mientras mi madre removía mi cabello con cariño. Quería comerlo rápido porque el columpio esperaba por mí, cuando vi una niña de ojos azules y cabello largo, tenía una particularidad –que aun la tiene- de que el sol parecía reflejado en su cara...brillaba.

In his arms she fell as her hair came down

Armong The Fields of gold

Mi helado cayó al verla subir en el columpio y moverse como un ángel mientras su cabello era azotado por el movimiento del ir y venir.

-¿Mami?- halé su manga, y me miró con ojos cariños.

-Dime, Lel ¿Quieres otra helado?- cuestionó al notar que el mío estaba en el suelo y negué frenético, esa no era mi duda.

-Esa niña- señalé el punto-. ¿Es un ángel?- ella se echó a reír y me sentí estúpido pero luego besó mi frente y me abrazó con fuerza.

-No cariño mío- con mi carita en sus manos-. Es una niña hermosa- asentí como si entendiera. Yo sólo entendí que esa niña hermosa parecía un ángel.

Sonreí tímido y mi mamá me animó a que le fuera hablar y jugara con ella. Yo quería hacerlo y el miedo no fue impedimento para ello. Mi pecho estaba saltando enloquecido y caminé al lugar.

-Hola niña hermosa- le dije y su cara se puso roja, creí que le había dicho algo malo. Por un rato no hablamos, pero nos miramos y había dos señores en el otro banquillo reparándonos. Se aferró más de las cadenas del columpio y me sentía triste porque no me hablara hasta que...

-¿Quieres jugar conmigo?- me sentí feliz y asentí. El tiempo que duramos en ese parque la pasamos juntos, hasta el día de hoy.

See The children run

As The sun goes down

Among The Fields of gold

Muchas cosas han pasado desde entonces, malas y malas y buenas...pero estamos juntos.

Termino la canción y ella se lanza a mis brazos.

-Eres el mejor cantante del mundo- rio por su comentario.

-Soy un aficionado- retiro su cabello y me adueño de su boca.

-Tu voz es hermosa Lel- detesto que mi madre le haya dicho eso, ahora me castiga con ello.

-Abi no me digas así- sonríe y muerdo su labio inferior.

-¿Entonces caminamos en campos dorados?- cuestiona por la canción.

-Tú eres mi campo dorado- sus ojos cambian a soñadores y ese forma de sonreír y sus gestos, facciones la hacen lucir tan hermosa e increíble, y no por fuera solamente, por dentro es igual de bella. Nos besamos e intenta subirse encima de mí mas no la dejo y miro el reloj que está en la sala.

-Debo irme Honey- niega y sigue besándome. Y me dejo arrastrar por lo que mueven sus besos en mí, la presiono más contra mi pecho y es cuando reparo las dos personas que se hacen presentes en la sala.

-Buenas noches- saludan y Abigail se queda dura aunque por breves segundos.

-Buenas noches, papá- se acomoda en el sofá y me levanto a saludar a los procreadores de la belleza que tengo como novia y que ahora me miran como si quisieran matarme.

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aquí empiezo otra historia que me encanta muchísimo, espero les guste que voten y comenten.

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