Capítulo 3

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Padres

ABIGAIL

La preocupación no me deja dormir bien por lo que al amanecer tengo unas ojeras tremendas que logro disimular con una capa ligera de base y polvo traslúcido. El que Gabriel tenga la deuda de la hipoteca de la casa me pone mal, y el que no quiera que le ayude me pone peor. Yo quiero ayudarlo pero él no se deja, y lo entiendo, sé que como es el hombre debe cuidar de su mamá y que no se siente en buen lugar dejando que su novia lo ayude. Aun así no comparto esa idea absurda, si te necesito me ayudas, si me necesitas me tienes. Punto.

No hay que hablar sobre machismo o feminismo.

Me coloco un pantalón corto negro con una blusa de tiras blanca y una chaqueta verde bosque que combina con mis zapatillas. Mi mochila y lista para la universidad. Miro mi móvil y ya tengo mi mensaje de buenos días, de todos los días: "Las princesas tienen sueños dulces, espero hayas tenido el tuyo."

Así es de romántico y cariñoso.

Bajo las escaleras con una sonrisa que se borra al ver quien me espera en el bajo de ella. "Mi mamá ", ruedo los ojos sin pensar más y paso por su lado para evitar el mismo lío de siempre pero me agarra del ante brazo con fuerza.

-¿Hasta cuándo la idiotez del muchacho ése?- es el tema del día, mi principal desayuno, comida y cena.

-Mamá no empieces- quiero seguir caminando.

-Tu padre te espera en la mesa- me suelta y sus pantalones holgados junto a su camisa de seda cuello alto marcan el estilismo de mi madre, que se fue de este país a Italia hace muchos años y allí conoció a mi padre. Roberti Ferragni, un empresario poderoso que va y viene por sus negocios en el extranjero. Sus canas lo hacen lucir apuesto, y lleva su taza de café a los labios cuando entro en la sala de comedor.

Me mira y señala la silla a su izquierda mientras mi madre se sienta a su derecha. Hago lo mismo y dejo la mochila en mis piernas.

-Te doy un mes para termines con el perdedor- abro la boca realmente incrédula.

-¿Crees que estamos en la edad media? O ¿en la era de los metales?- mi molestia es palpable.

Deja el periódico que tenía en manos y clava su mirada azul en la mía.

-No tiene futuro- reclama como si conociera el mismo, como si fuera clarividente o algo así.

Mi madre solo clava sus ojos en los dos y toma su taza de porcelana color marfil en la que siempre toma su té.

-¿Cómo lo sabes?- el temita me cansa.

- Tiene 25 años y apenas con un empleo miserable, ¿Qué demonios te puede ofrecer a ti que lo has tenido todo?

Me levanto para reclamar y...

-¡Siéntate y escúchame!- demanda con un golpe en la mesa.

Lo hago pero mi cara debe decir con claridad el coraje que tengo.

-No te conviene- interviene Miriam con su voz altiva, es muy fina y el cabello está completo gris con un corte muy sofisticado.

- No sabemos nada- niego al borde de las lágrimas que es lo que me da luego de la ira.

- Ese muchacho no te merece, busca a alguien de tu nivel, me estoy cansando con el jueguecito que llevas con él.

«Una vida entera, desde que tienes 6 putos años andas pegada de ese perdedor, te dejé tranquila esperando que notaras por ti misma su olor a fracaso y veo que no pasa. Te falta un año para terminar la universidad y tienes una empresa que manejar. ¿Crees que un don nadie te acompañará? ¡Te equivocas!»

InvaluableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora