Capítulo 8

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 PASADO

ABIGAIL

MI PRIMER BESO

Es un estúpido por dejarme plantada a mí, sabiendo que lo espero para ir a casa juntos. Me molesta que por más que hable y hable de mis pretendientes no me diga nada, que no le afecte ¡Me molesta! Porque entonces eso indica que no le gusto, no le gusto y me duele la idea porque yo...yo lo amo.
Me quito el uniforme echándolo a la ropa sucia para que Nani lo lave después y me meto a la ducha echándome agua fría en todo el cuerpo desde mi cabeza y quisiera hacer lo mismo con la rabia que siento dentro de mí por el estúpido de Gabriel que me tiene en la luna y en la tierra al mismo tiempo. ¡Estoy en un amargue infinito! De verdad. Anhelo tanto que me bese, que diga que me quiere o al menos que le gusto y nada de eso pasa.
Nat dice que eso no importa, que es mejor estar sola que mal acompañada pero es que lo amo y no puedo hacer nada al respecto.
Salgo del baño colocándome un jumsuit rosa con suéter ombliguero manga larga y zapatillas negras. Me hago una coleta larga y me pongo unos aros rosas con colgante de beso. Bajo a merendar.
- ¿Mi girasol que tiene?- pregunta papá.
-Nada- sonríe sabiendo que no es así.
-Eso es todo lo que indica que tienes algo, cuéntale a papá- niego y baja mi madre dándome un beso en la sien.
-¿Te gustaron las magdalenas?- niego bebiendo jugo comiendo un pedazo de pastel de chocolate y eso me hace recordar a Gabriel, o como le digo para molestarlo Lel, que era como decía su nombre cuando niño. Sin querer eso me saca una sonrisa.
Paso un momento que pretende ser agradable aunque no me gusta del todo por cómo me siento, pero me la paso bien con mis padres, ellos dejan que vaya y venga con Gabriel sin oponerse y hasta sonríen cuando nos ven juntos. Sé que no habría problemas si decido ser novia de Gabriel, pero él no está en eso, no le intereso.
-Iré a casa de Nat, mamá- comunico y niega sonriendo.
-Pero si la viste en clases...
-Ya sabes cómo es, quiero...
-Vete cariño, ve con cuidado- asiento y le sonrío mandándole un beso volado y salgo llamando a Rocki para que me lleve.
-Con mucho gusto señorita- me deja en casa de mi amiga y me recibe de lo más cariñosa con un fuerte abrazo. No sé cómo puede ser tan amarga con los demás si es un pan de azúcar conmigo. Hablamos excesivamente sobre mi enamoramiento de Gabriel y de mis planes para darle celos con los chicos que gustan de mí.
-No insistas con eso, es lo mejor que te puede pasar. Quedarse sola está bien, no necesitas un hombre para sentirte bien- la miro resignada por sus comentarios habituales.
-No es cualquiera, es al que amo desde que tengo diez años...
-No vayas a contarme otra vez la historia del parque y su infancia y su amistad y nada de eso otra vez por favor.
Se tapa los ojos y oídos echándose a la cama logrando que me tire con ella ahí.
-Mañana le haré un último papel y si no me pela lo echaré al olvido.
-Puedes ser inteligente si quieres- le clavo la vista y un atisbo de sonrisa asoma a su boca.
Pero al otro día no fue a clases.
Ni al siguiente.
Ni al otro.
Resoplé a la semana cuando no dio señales, fui a su casa y nunca estaba. Le llamé y no contestaba y en serio me quería morir, lo extrañaba horrores en la escuela. Me molestaba que los chicos me pretendieran y no el chico que me gustaba. Sabía que no le agradaba de esa manera pero me oprimía el corazón que no me contestara.
Por más que insistí con su mama y su padre para verle, nunca estaba. Extraño.
Quiero un último intento, uno más y si no funciona lo dejo pasar y voltearé la página aunque me desgarre el corazón.
A las dos semanas se presentó muy fresco como si nada en la escuela. Se acercó a mí y me fui de ahí enojada dejándole la sonrisa a medias. Me senté en la fila de la izquierda con Paolo quien estaba loco por que le diga que sí, para echarse encima, porque soy virgen pero no idiota.
Le susurro que lindo se ve hoy y me ladea la sonrisa que intenta ser seductor pero que en mí no causa nada. Miro a Gabriel quien me observa fijo y logra que me acerque más a Paolo y siga con el coqueteo. El mismo llega hasta el receso en la cafetería y no me siento donde siempre con Gabriel y Nat. Me voy con mi pelele a la zona más alejada rodeada de árboles perfectamente arreglados y que nos cubre por completo dejando que ponga una mano en mi trasero y hago esfuerzo olímpico en no mirar para ver si Gabriel me está mirando o no.
-Te comeré esa linda boquita- habla en mi oído cuando cruzamos el pasillo verde a base de limoneros. Me sonrío moviendo el cabello dejando clara la intención de responder al coqueteo de Paolo. Y no es feo pero tengo otro impregnado en mí.
Entramos al cuadrado lugar verde y dejo que me lleve a una esquina del mismo, que hablen los otros no me importa, quiero despertar una reacción por parte de Gabriel y si no lo hace ahora juro por Dios que me meto con cualquiera. Su perfume estruendoso me molesta pero lo dejo, me agarra la cintura con fuerza y sube su mano por mi falda. No puedo creer que vaya a dar mi primer beso con alguien como él. Pero a situaciones desesperadas medidas más desesperadas. Subo mis manos a su cuello y su peso me recuesta de la columna cubierta de hiedra. No huele mal aunque me molesta sentir su aliento tan cerca de mi nariz, él sonríe pero solo detallo su rostro viendo cada detalle en cámara lenta. Dobla su cara y acerco la mía un poco preparándome para dar mi primer beso con total desilusión pero...
-¡Necesito hablar contigo ya!- mi corazón brinca con su voz molesta.
-Estamos ocupados, escoria- lo insulta el idiota.
-Ya no- me jala por el brazo dejándome atrás de sí, mi yo interior brinca excesivamente como niña.
-Quieres que te muestre tu lugar- se acerca intimidante a Gabriel quien se le para como gallo de pelea logrando que medie entre los dos.
-Chicos ya- Paolo me agarra de la muñeca mirándome firme.
-Estábamos haciendo algo-reclama.
-Sí, y luego seguimos. Déjame hablar con mi amigo- recalco la última palabra y como tengo la vista en el idiota no veo la cara de Gabriel que está detrás de mí. Resopla pero asiente encarando a Lel al pasar y este sube el mentón.
Nos deja solos y Gabriel niega con la cabeza dejando su mano en la frente, masajeándola.
Preocupado.
-¡¿Lo ibas a besar de verdad?!- ¿Finjo demencia? No.
-¡Claro que lo iba a besar!- cruzo mis brazos y me echo el cabello para atrás.
-Tú no puedes besarlo...
-Claro que puedo, puedo porque soy libre y quiero dar mi primer beso y luego tener mi primera vez y...
Mi entorno se desaparece al sentir sus manos en mi cintura apretándome contra él, y su boca entorno a la mía mordiendo mis labios sellados que luego se abren cuando por fin me da lo que quiero y es tener su boca en la mía. Me aferro a su cuello con firmeza y busco su lengua con desesperación y así nos besamos. Como quien espera el respiro de la vida después de varios segundos haber muerto. Su loción me canaliza el interior haciéndome jadear y sus manos en mi trasero lo intensifica cuando presiona y siento su miembro despierto sobre mi sexo, que como la tela de la falda es fina lo siento por completo. Su boca se mueve torno a la mía respirando forzado y me gusta el sabor de su boca, de sus labios y de su lengua. Me aferra la cabeza y bajo mis manos a su cintura pegándolo más, gustándome más...exageradamente más. La columna me frena cuando me pega en ella y parecemos caballos resollando por el desespero que emanamos. y es que valió tanto la pena esperarlo, tanto para disfrutarlo que mi primer beso se entierra en mi cabeza como lo mejor de mi existencia.
-No puedes besar a nadie más a partir de ya- asiento sonriendo en sus labios sin abrir los ojos cuando una repentina vergüenza quiere abarcarme.
-Te gusto- afirmo feliz por lo que está pasando.
-No- abro los ojos de golpe y sonríe con sus avellanas preciosos y su boca celestial, chocolatosa por lo suave y dulce, y rica. -.Yo te quiero Abigail, yo te amo- ¿Qué puedo decir? ¿Qué mis dientes brillaron por la sonrisa tan fuerte que di? Así es.
-Yo también te amo, Gabriel- respira como si soltara el pesado aire del pecho. Lo abrazo con fuerza y besa mi cabeza repetidamente.
-Tenía miedo de que no me quisieras pero verte con ese idiota y saber lo que harías aquí fue más fuerte que todo. A partir de ahora nos pertenecemos- asiento sonriendo por fuera pero más por dentro. Le miro a sus avellanas y al fin puedo vivir mi amor con él.
-Nos pertenecemos- digo convencida y vuelvo a poner mi boca en torno a la suya.

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