i n t r o d u c c i ó n.

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- Deberíamos encontrar alguna nodriza,  institutriz o niñera... ¡lo que sea! Pero debemos hacer algo cariño. - dijo una rubia de piel de porcelana mientras cargaba a su hijo en brazos y este se movía a los lados con ganas de juego.

- ¿Crees que es necesario? Yo pienso que podríamos organizarnos... - Jonathan se llevaba la mano derecha al pelo nervioso.

- ¡para nada! Yo tengo que ayudar a mi padre con el médico y administrarle el dinero además de hacerlo aquí en el hogar, y tu estás investigando tus cosas de arqueólogo... - rechistaba e insistía la mujer.

- Escúchame Erina, porfavor - miraba a su hijo de 7 meses en brazos de su mujer - no creo que sea necesario de verdad. Puedo encargarme por las mañanas de él mientras tu te vas a la ciudad de tu padre en carro, y por la tarde un relevo...

Erina giro los ojos cansada de escuchar pretextos.

- Cariño, todos los ricos dejan a sus hijos con institutrices o nodrizas, no voy a permitir que mi hijo no tenga esa oportunidad aún naciendo en cuna de oro. -hablaba con un tono calmado, pero puntiagudo.

Jonathan suspiró.

- Yo no tuve. - dijo a secas.

Erina se sorprendió por dicha salida, y volvió a insistir.

- Por eso mismo, sí, sí... debes dar a tu hijo lo que no pudiste tener. - de mientras daba pequeños golpecitos en la espalda de George.

Jonathan asintió y subió las escaleras abandonando el salón hasta llegar a su oficina llena de papeles y documentos históricos.

A veces tenía la sensación que no estaba feliz de casado, Erina se volvió muy coqueta, quería tener todo a la última moda y a menudo parecía que no quería ni pringarse las manos de cuidar a su propio hijo.

Pero el peli azul no quería pensar mal, no quiso culpar de Erina de su avaricia hacia el apellido Joestar.
El trabajaría para ganar más dinero, tendría todo para su familia, eso es lo que él haría a pesar de todo.

El linaje Joestar fue marcado por un trágico suceso, que a veces a Jojo le costaba seguir el sueño, pero cuando se despertaba Erina dormía plácidamente, como si nada.

Ojalá su padre estuviera vivo para poder aconsejarle.

Al día siguiente, la señora Joestar dijo que había encontrado una nodriza quien cuidaría a su hijo, Phoebe Myers.

Una chica joven, pero su piel no estaba igual de brillante y suave que la de Erina.

Tenía los labios cortados, uñas algo sucias, y un poco de ojeras.

Sus ojos verdes oscuros estabas bastante marcados por el cansancio, su pelo marrón recogido en un moño estaba sin luminosidad.

La pobre trabajaba día y noche en lo que sea para ganarse unos centavos, se crío vagabunda y así pensaba que moriría.

Pero gracias a la señora Joestar le sirvió un buen hogar y fijo (claro, si no se molestaban y decidieran echarla).

- Mira quién he encontrado en la ciudad de mi padre... Phoebe Myers, pero eso da igual, la llamaremos a partir de ahora Phoebe la nodriza. - explicaba Erina con ilusión mientras le daba en sus brazos al bebé.

El niño lloro un poco al apartarse del pecho de su madre y notar el pecho de Phoebe, un pecho blando y pequeño.

Erina enseguida comenzó a ponerse cómoda gracias a unos criados, y otros le preparaban un baño con deliciosos jabones.

El varón de la casa (mejor dicho, mansión) salió a ver a su mujer y a ver quien era aquella nodriza.

- ¿que tal el viaje querida? -dijo bajando las escaleras, pues estaba escribiendo algún que otro documento de arqueología.

- Bien, bien... ¡mira a Phoebe! - volvió a nombrar sin rodeos. - Ella será la nodriza ¿que te parece?, en fin voy a pedir que la bañen, me la he encontrado hurtando en la basura... - añadio con desprecio para irse a ducharse ella primero y recogió algunos aceites para su piel y cabello. (Se encontraba en un cajoncito al lado de uno de los baños de la primera planta).

Jonathan suspiro por como las conversaciones con su esposa cada vez se hacían más menudas y se dirigió con una sonrisa a la nueva nodriza.

- Encantado, siéntese como en casa. Soy Jonathan Joestar. - saludo alegremente para luego querer tomar a su hijo para saludarlo.

Phoebe le ayudo a darle el bebé.

- Phoebe la nodriza, un placer. - hizo una leve inclinación.

Mientras Jonathan besaba la mejilla regordita de George, se sorprendió a escuchar la presentación.

- ¿la nodriza? ¿No tienes apellidos?

- Así es señor, es Myers. Pero su señora prefiere que sea nodriza a secas, puesto que este es mi trabajo. Haré mi mejor esfuerzo para poder mantener una estabilidad. -volvio a inclinarse.

Jonathan percibió percibió ella sus ganas de llevarse algo a la boca.

- ¿quieres desayunar? - ofreció.

Phoebe enseguida negó la cabeza tímida.

- N-no señor, estoy bien, no se preocupe. - agachó la cabeza.

- No me llames señor, ni que fuera el rey de Inglaterra, tratame de tú.  -sonrió.

Phoebe se sonrojo por ese acto y asintió repetidas veces.

- Lo siento por no tratarle de tú, yo... esto... - se puso nerviosa - ¡¡porfavor no me eche!!  -elevo algo la voz con pánico.

Jonathan se sorprendió.

- Tranquila, no pasa nada... te noto muy tensa. ¿Porque no te duchas y te relajas? Cuando termines estará en la mesa un deliciosos desayuno ¿cuál es tu favorito? - ahora cargo al niño y lo puso en el sofá entre cojines por precaución.

- N-no tengo favorito señor... lo más bueno que he comido a sido chorizo de antaño... - confesó.

El peli azul se dio cuenta de la pobreza de la chica (que se notaba por su físico y una leve olor) y no pidió más explicacion al respecto y le  ofreció baño más grande que  tenían la segunda planta.

Phoebe por su gratitud le dio mil gracias e insistió que cualquier cubo de agua le era suficiente, pero el hombre no le dejo marchar hasta que no aceptase las mejores atenciones.

- Te daré un vestido viejo de mi esposa. - aviso.

Phoebe subió al baño de arriba mientras algunos sirvientes llenaban la gran bañera de muchos ungüentos.

Se quito su vestido de marrón viejo y sucio, donde tenía algún que otro parche mal cosido, y las puntas de la falda estaban comidas por ratas, pero los sirvientes se lo quitaron por ella, y deshicieron su moño, bajando su pelo totalmente rígido por la suciedad.

Tímida por todas esas acciones se metió en la bañera con ayuda de esos sirvientes, y se fueron para dejarle privacidad.

Phoebe se tapaba la cara tímida pensando que clase de familia rica trataba tan bien a una nodriza.

Sonrió mirando al techo decorado y pintado de ángeles, y pensaba ella misma.

《Que bien voy a vivir a partir de hoy》.

Pero no se si es más su ingenuidad o si de verdad podría estar como una más de la familia Joestar, si fuera así, sería la nodriza con más suerte del mundo.

Alguna desgracia debería de suceder ¿no?.

Nodriza - (Jonathan Joestar) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora