Zira llegó a la conclusión que no serviría de nada seguir atormentándose por lo sucedido en el examen de Posesión, así que, después de una buena noche de sueño, se levantó con la mente más despejada y bebió su té matinal en paz. Sobre la mesa estaba Crepa, comiendo unas deliciosas fresas con azúcar a modo de desayuno, y le sonrió con orgullo mientras echaba un poco de leche en su cuenco.
-Estás cada vez más grande, Crepita. Toma, bebe. Esta leche para mascotas infernales es muy buena, me la recomendó Hastur.
Crepa siseó contenta y se acercó al cuenco para beber, en lo que él limpiaba su taza y preparaba su mochila. Ese día tendrían examen de Invocación, y quería llegar temprano para poder repasar todos sus apuntes. Sin embargo no fue el único que había tenido esa idea, porque al entrar a su aula se encontró con la mitad de su clase más alborotada de lo usual, quejándose de la cantidad de páginas que debían repasar y de lo complicados que eran los materiales de invocación que usarían en el examen.
-Si ustedes que son demonios están preocupados, ¿qué me espera a mí?- preguntó atemorizado a Crowley, el único que parecía tranquilo y que mascaba un chicle mientras a su lado Ligur maldecía y volcaba todo el contenido de su mochila en busca de un lápiz. El pelirrojo sonrió de forma torcida y dijo que no se preocupara.
-Aziraphale, ser demonio no garantiza que la invocación salga bien. ¿No recuerdas cuando invoqué a Crepa? Fui el único que logró sacar una criatura decente. Los demás invocaron puros engendros espantosos como ese horrible pez globo de Erik...
-¡Oye!- se quejó Erik ofendido.- Al menos mi criatura puede hablar, tu serpiente con alas es solo eso, una serpiente con alas. Gran cosa.
-No hables así de Crepa- se metió Aziraphale enojado, mientras Crepa estiraba sus alas amenazadoramente y mostraba sus colmillos. Erik se encogió de hombros y volvió a lo suyo, mientras Crowley reía y tomaba la mano de Zira un momento para calmarlo.
-Lo harás bien, no te preocupes. Para invocar se requiere de concentración y disciplina, y tú tienes mucho de ambas cosas. Eres listo, apuesto a que recuerdas mejor que yo como se debe trazar un pentagrama correcto.
No tuvieron tiempo de hablar más porque la profesora apareció y los mandó a todos a callar, mientras les exigía que prepararan sus cristales y velas.
-Van a guardar todos sus libros y apuntes ahora mismo para no copiarse, y luego despejaremos la sala para comenzar. Señor Aziraphale, ¿cree que podrá invocar una criatura hoy?
-Sí, profesora... eso creo. Recuerdo toda la teoría y Crowley me ha ayudado a practicar los pentagramas en un pergamino.
-Bien, eso es un comienzo. Pero trazar un pentagrama real es más difícil que hacerlo sobre un simple papel, así que no se confíe, ¿de acuerdo?
-Sí, profesora.
-Bien, todos los demás, ¡apúrense a despejar el salón o los haré desaparecer junto con sus pupitres!
Después de despejar el aula, los alumnos tomaron sus posiciones habituales para la práctica de pentagramas. Debían guardar al menos dos metros de distancia entre ellos, y aunque por lo general podían ayudarse si se quedaban trabados en alguna parte, en aquella ocasión por ser una prueba la profesora les prohibió intervenir en el trabajo de otros y los conminó a concentrarse solo en ellos.
-Los demonios no se ayudan, a menos que sea un beneficio para sí mismos. Así que no piensen en lo que está haciendo su compañero de al lado, ¡piensen en ustedes!
"Eso es más fácil de decir que de hacer" pensó Crowley mordiéndose el labio y observando de reojo a Aziraphale. No quería que su ángel se pusiera nervioso y fallara, pero tampoco quería subestimarlo y darle una ayuda que no había solicitado. Al fin y al cabo, era verdad que Zira poseía aptitudes propias; estaba seguro que lograría dominar la invocación sin necesidad de que él interviniera.
"El cuarzo es un mineral de gran dureza y resistencia, por lo que genera pentagramas de alta densidad" recitó Aziraphale para sí, trazando su círculo con toda la precisión posible. Durante las clases anteriores había logrado encender pentagramas pequeños en llamas, pero no había logrado invocar ningún tipo de criatura. Esta vez, se dijo, debía lograrlo aunque solo se tratara de una pequeña, para poder aprobar aunque sea con la nota mínima.
-¡Lo logré!- gritó detrás suyo Dagon, haciendo gestos de victoria ante la aparición de su criatura, una extraña piraña de enormes proporciones y mirada terrible. Mientras los demás maldecían por lo bajo y la profesora se acercaba a examinar a la piraña, Aziraphale dio los últimos trazos con el cristal de cuarzo y luego hizo el pase mágico necesario, siempre a la izquierda, rogando por no haberse olvidado ninguna palabra del hechizo.
-¡Oigan, miren todos!- gritó Hastur ante la columna de humo blanco que salía del pentagrama de Aziraphale, el cual no podía estar más nervioso y expectante. Como el humo no se disipaba pensó que la invocación había fallado, pero un repentino batir de alas despejó el ambiente y un enorme pato blanco salió de entre las volutas con un fuerte graznido, provocando la sorpresa de todos y luego las risas, pues era un pato normal y no lucía en lo absoluto diabólico. Aziraphale se sonrojó ante las risas burlonas e intentó atrapar al pato, pero fue la propia maestra la que agarró al ave y se acercó a él, mientras Crowley siseaba con rabia ante los demonios que se habían reído.
-¿Qué les parece tan gracioso, idiotas?
-Crowley, hombre... ¡Un pato! Mi hermanita de cinco años puede invocar criaturas mejores que esa- se rió Erik a mandíbula batiente.
-¡No sabes nada de patos! Son malvados, pueden escuchar todo lo que dices y atacarte cuando menos te lo esperas- afirmó Crowley logrando que se rieran aún más. Risas que cesaron de inmediato cuando la profesora los fulminó con la vista y dio su veredicto sobre el trabajo del ángel.
-Si hubieras estudiado mejor tu manual, señor Erik, sabrías que cualquier criatura nacida de un pentagrama tiene un determinado nivel de maldad. Los patos no son exactamente los más diábólicos, pero pueden llegar a causar muchos problemas para los humanos, por su tendencia a robar y meterse en lugares prohibidos.
-¡Ja! ¡En tu cara, idiota!
-Señor Crowley, silencio. Señor Aziraphale, esta ave es de tamaño real, está en gran condición física y... ¡Oh, qué espíritu!- silbó la maestra cuando el pato intentó arrancarle el collar de un picotazo.- Tienes un ocho.
-¡Jajaja, sabía que lo lograrías, ángel!- exclamó Crowley aplaudiéndolo mientras los demás volvían a sus pentagramas y el pato se posaba sobre lo alto de un armario, graznando terriblemente y despertando una sonrisa en Zira.
-Gracias, Crowley. Parece que tengo algo de talento después de todo.
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Intercambio
FanfictionCrowley y sus compañeros asisten a la Escuela Infernal, donde los demonios jóvenes aprenden a usar sus poderes para el mal. Talentoso y arrogante, considera que la escuela es una pérdida de tiempo, hasta que llega un alumno de intercambio que le rob...