Capítulo 4.

1K 212 39
                                    


Crowley estaba enterado de todo lo que pasaba en la escuela, y cuando supo que un alumno de sexto año había sido llevado al hospital por mordedura de serpiente venenosa, el instinto le dijo que su criatura estaba relacionada. Cuando no vio llegar a Zira para la primera clase, entró en pánico e imaginó lo peor: una pavorosa visión del ángel herido le nubló la vista, y por poco se escapa de la escuela para buscarlo y comprobar que estaba bien. Pero Dagon lo detuvo.

-¿A dónde crees que vas? Tenemos clase de Posesión y estás en mi grupo, ¡no te escapes!

-Tengo algo más importante que hacer, Dagon, no fastidies- trató de sacársela de encima antes que llegara el profesor pero fue tarde, y éste los miró con severidad por estar de charla. Elevando la voz mientras dejaba sus cosas en el escritorio, el demonio encargado de enseñarles el arte de la posesión demoníaca los conminó a volver a sus lugares si no querían ser castigados.

-Si quieren aprobar sus exámenes trimestrales, les sugiero que vuelvan a sus bancos y preparen sus notas de la última clase. Vamos a empezar con las posesiones humanas y ninguno está por encima del nivel medio. No pueden darse el lujo de perder el tiempo.

Dagon obedeció enseguida, pero Crowley no podía soportar quedarse allí sin saber si Aziraphale estaba bien, así que a riesgo de llamar la atención señaló la silla vacía a su lado y preguntó:

-Profesor, ¿sabe por qué no ha venido el alumno de intercambio?

El demonio lo miró con fijeza para ver donde estaba el truco en su pregunta, pero no notó nada más que un poco de preocupación genuina. Entonces, le contestó con naturalidad:- el señor Aziraphale tenía permiso del director para llegar tarde, por asuntos oficiales. Vendrá para la segunda hora.

"Bueno... al menos está bien" pensó regresando a su lugar y sintiendo como sus compañeros lo miraban. Pero no le importaba. Solo quería saber que Zira no había terminado en el hospital por mordeduras de lobo del averno.

(...)

Aziraphale no tenía pensado contarle a nadie sobre el ataque, pues a pesar de haber salido ileso sentía miedo y vergüenza de su fragilidad. Por cierto que, cuando el arcángel Gabriel le preguntó si había sufrido algún inconveniente en su primer día, lo negó. Si sabían del ataque quizás se echaran atrás en el intercambio, y la tensión entre el Cielo y el Infierno aumentaría. No podía permitir eso, más cuando nada malo había pasado. Con el dilema en su mente se dirigió al aula antes de la segunda clase esperando que nadie lo notara, pero Crowley estaba parado en el pasillo en actitud tensa. En cuanto éste lo vio, le sonrió con ganas y se acercó a él casi ansioso, mirándolo por todos lados como si le buscará algo. Apabullado, preguntó:

-¿Qué... qué pasa, Crowley? ¿Tengo algo en el uniforme?

-¿Estás bien?- preguntó el pelirrojo directamente, dándole la vuelta para ver si sus alas estaban enteras. Aziraphale, sonrojado, le contestó:

-Claro... ¿por qué no estaría bien?

-No lo sé. Pensé que a lo mejor... eh... olvídalo. ¿Entramos al aula? Tenemos clase de Angelología. Tú especialidad- bromeó, encantado con la sonrisita de Aziraphale y más aún al ver que Crepa se movía felizmente sobre su cabeza. Si hubiera sido herido de cualquier forma, la serpiente se lo diría. 

Aziraphale se sintió un poco raro al escuchar el concepto que los demonios tenían sobre los ángeles, pero a la vez le resultó sumamente interesante estudiar a su propia raza desde los ojos de otros. Como era natural, el profesor le hizo varias preguntas en voz alta y lo hizo pasar a la pizarra para que explicara algunas cosas, y aunque le dio vergüenza lo hizo gustoso. En la Escuela Celestial siempre era al que llamaban al frente a exponer o resolver ejercicios, y a él le encantaba mostrar su conocimiento. Si podía hacer eso allí, tal vez sus compañeros empezaran a interesarse en él.

IntercambioWhere stories live. Discover now