Capítulo 16.

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Gabriel se sentía confundido e inquieto, algo que no era normal en él. Y como no pensaba compartir sus inquietudes con nadie, no le quedaba más remedio que meditar a solas sobre el motivo de tales inquietudes.

Su pupilo Aziraphale parecía haberse adaptado lo más bien al clima de la escuela de demonios. Le reportaba periódicamente sobre sus clases y actividades extra escolares, así como de su tiempo de ocio, y con cada informe parecía aumentar su grado de confianza hacia sus nuevos compañeros. Si bien aquello no sonaba mal, al contrario, algo lo hacía dudar. Quería que Aziraphale la pasara lo mejor posible durante su estancia en el Infierno, pero al mismo tiempo no estaba seguro que debiera encariñarse demasiado con ellos. Cuando inevitablemente se tuvieran que separar al final del intercambio sería un momento doloroso, además que por más tratado de paz que hubiera seguían siendo rivales.

"No es bueno confraternizar tanto con aquellos que un día podrían volver a ser enemigos" pensó. "Pero no puedo decir esto sin que suene mal... oh, Señor, ¿qué es lo que haré para acallar estas dudas y volver a tener paz interior?".

Dios no le respondió, por supuesto, pero no importaba. No es como si hubiera esperado que el Todopoderoso abandonara sus deberes para hacerse cargo de su insignificante problema, así que respiró hondo y se decidió a hacer algo él mismo. Debía obtener más información sobre lo que estaba sucediendo en la escuela infernal, pero no a través de Aziraphale sino por intermedio de otra persona. Era la única forma de saber si pasaba algo especial para que Zira estuviera tan contento, o si solo eran paranoias suyas. Y solo había alguien que podía ayudarlo.

-Oye, Miguel. ¿No has visto al estudiante de intercambio?

-El príncipe Beelzebub estaba en el patio hace un momento. ¿Por qué? ¿Qué hizo?

-Nada, tranquila. Solo quería pedirle unos datos sobre el príncipe Lucifer para agregarlos a mi informe. Ya sabes, burocracia...

-Ni que lo digas, es mejor que seamos muy pulcros con este proyecto. De esa forma podremos repetirlo el año próximo, o cancelarlo si algo saliera mal.

Gabriel agradeció a su compañera y bajó al patio pensando en cómo abordaría al demonio, pero no tuvo que esforzarse demasiado: Beelzebub estaba discutiendo con unos ángeles en un tono bastante elevado, y no le costó nada acercarse a él para poner fin a la pelea.

-Jóvenes, por favor, el Cielo no es lugar para este tipo de enfrentamiemtos. ¿Qué fue lo que pasó?

-Pregúntale a ellos, que vinieron a atacarme sin motivo- respondió Beelz de mal tono, mientras los ángeles replicaban con igual malhumor.

-¡Solo vinimos a pedirte que no rayaras el suelo del patio con pentagramas, son profanos y no están permitidos aquí!

-¡Ay, por favor, solo es un dibujo con tiza! ¿A quién diablos le hace daño un dibujo?

-Ya, ya, ¡basta! No es necesario perder los estribos- dijo Gabriel extendiendo sus enormes alas para imponer respeto. Funcionó y se quedaron callados, por lo que procedió a continuar.- Podemos borrar el dibujo con un milagro sencillo, jóvenes, y además no es un pentagrama funcional así que no hay problema.

-Bueno... si usted lo dice...

-Y, príncipe Beelzebub, entienda que los pentagramas son algo ofensivos para nuestra cultura, así que le agradecería que no lo hiciera otra vez. No al menos en el patio, se entiende, donde puede causar malos entendidos...

-Bueno, ya qué. Yo mismo lo voy a borrar, así se quedan todos contentos- refunfuñó Beelz para luego agregar:- Pero si ustedes estuvieran en mi reino nadie les prohibiría rezar en público o prender velas, así que sepan que el ofendido aquí soy yo. Y mi hermano se enterará de esto.

-No creo que sea necesario molestar al príncipe Lucifer, en serio, esto es solo un malentendido. Pero en pos de evitar futuros problemas similares, ¿qué le parecería hablarme un poco sobre la vida en el Infierno? Quizás de esa forma logremos tener armonía en el tiempo que nos queda por compartir aquí arriba.

Beelzebub lo miró con los ojos entrecerrados, pero terminó por asentir y lo escuchó en silencio mientras convenían una hora determinada para tener esa charla educativa. No se tragaba ni por un segundo la excusa de querer conocer mejor la cultura del otro para evitar confusiones; el arcángel apestaba a mentiras, y dedujo que lo que quería era información a secas sobre el Infierno. ¿Para qué? ¿Acaso su alumno no le estaba diciendo la verdad en sus informes?

IntercambioWhere stories live. Discover now