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A la mañana siguiente Micaela tenía miedo de ir a la escuela. Estaba segura de que Manuel la estaba esperando ahí listo para golpearla.

Pero para su buena suerte hubo un cambio en los salones. Manuel ya no estaría en el mismo que ella y se movería a otro junto con su grupo de bullies.

Micaela podía respirar tranquila por el momento porque ya no sería golpeada por él o eso ella creía.

La peruana tropezó de pronto porque una chica le puso un cabe con su pie.

— Ten cuidado, nalgas de hipopótamo —Exclamaba una colombiana haciendo que Micaela se golpee contra el piso.

Para su mala suerte no todos los bullies se habían ido de su salón. Todos empezaron a reírse de ella por su caída.

Lamentablemente Micaela no tenía ningún amigo con quien consolarse. Todo el mundo la detestaba sin ningún motivo.

A veces se preguntaba qué se sentiría tener un novio. De esos que te protejan de las malas personas y de esos que intimidarían a los bullies.

Cuando Micaela fue al baño de mujeres en hora de clase se llevó una grande sorpresa.

— No creas que te vas a deshacer de mí tan pronto, perra —Apareció Manuel de pronto.

— M-Manuel qué haces... este es el baño de chicas —Micaela retrocedía asustada.

— No es impedimento para seguir humillándote, idiota

— M-Manuel por favor... no me hagas daño —Le suplicaba con sus ojos llorosos.

— Es hermoso verte de esta forma, asustada y doblegada, arrodíllate y suplica, perra

Micaela sin cuestionar, se arrodilló y lo miró a los ojos suplicando con sus manos juntas para que Manuel la dejara en paz. Él en cambio solo de deleitaba por la forma en como dominaba a la chica.

— Así me gusta... —Decía acariciando su mejilla— ¿Ves que linda estás cuando me obedeces?

Micaela de pronto sintió una extraña sensación de sumisión el cual la calentaba y raramente le hacía sentir...¿protegida?  Pero al mismo tiempo se sentía atemorizada de cuestionar.

— Cierra tus ojos y abre tu boca —Le ordenaba.

Micaela sin cuestionar obedeció. Manuel bajó la cremallera de su pantalón y fue sacando su miembro.

La peruana de pronto sintió una caliente y suave textura entrar en su boca y abrió sus ojos de inmediato.

— ¡Mmmm! —Micaela intentó alejarse por impulso pero Manuel la agarró de sus cabellos con firmeza para que no suceda.

— ¡Mas te vale que no te resistas, puta! O meteré tu cabeza en el inodoro y te ahogaré, ¡¿eso quieres?! —Le advertía y Micaela con sus ojos llorosos asentía— ¡Ahora haz tu trabajo y chúpalo bien!

Micaela sin poder hacer algo obedecía, movía sus labios de adelante hacia atrás con lentitud y al mismo tiempo con su lengua lamía el miembro del chico.

Manuel se sentía de maravilla, agarró sus cabellos e iba penetrando su boca haciendo que Micaela tenga arcadas.

Al final terminó viniéndose dentro de la boca de la chica. De mala gana la separó de él. Micaela sin saber cómo reaccionar tenía la mirada perdida.

El timbre del recreo sonó de pronto.

— Nada mal, supongo que solo sirves para eso, ya te veré luego, zorrita —Decía riéndose con cierta maldad.

Manuel acomodaba su miembro adentro de su pantalón otra vez y se iba.

Micaela aún estaba arrodillada con el semen aún chorreando por sus labios. Tenía la mirada perdida pero poco después reaccionó cuando una chica entró al baño.

— ¿Aagg tú otra vez? —Decía una venezolana— Mírate cómo estás, dando lástima, arrodillada y con...¿que demonios es eso blanco de tu boca? —Decía asqueada— ¡Vaya prostituta resultaste ser!

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