Libro de los Sueños (+18)

JUEVES: Los Jenner en combate.

Sean se había quedado atrás, dejando que los demás montaran bulla mientras se internaban en territorio licántropo. No era algo muy inteligente a hacer si valorabas tu vida, pero por otro lado, si formabas parte del ejercito de Moklan, es que efectivamente no valorabas tu vida.

El ruido de pasos sobre la hierba bajo las botas y de risas llegaban a sus oídos. Los Nefelianos parecían contentos con la masacre que habían ocasionado en Nox Ruber. Saber que Sean no había querido entrar en el local con los demás, le otorgaba algo se sentido común y un resquicio de humanidad de la que carecían aquellos reclutas que estaban haciendo alarde de sus bélicas acciones mientras emprendían camino.

Tras varios minutos de andar, Sean se detuvo de golpe, haciendo que el muchacho que estaba a su espalda se chocase con él.

-¡Que coño!- Dijo el joven antes de levantar la vista.- Oh. Lo siento, Señor...

Sean levantó una mano, haciendo al joven callarse.

Algo iba mal.

Miró a un lado y a otro, pero no había nadie por los alrededores. Llevaban un rastreador, y de haber alguien siguiéndoles el rastro, lo habrían sabido. Pero... Sean bajó la cabeza e inspiró hondo antes de sacar una de las pistolas de su funda y llevársela a la nariz. Inspiró hondo y abrió los ojos de golpe cuando se dio cuenta.

-¡Phyros!- Gritó él, por encima del ruido.

Acto seguido, tanto él como los demás empezaron a deshacerse de sus armas y tirarlas tan lejos como fueron capaces. Me quedé algo aturdida por aquello, pero la respuesta a la pregunta no realizada llegó un momento después cuando la munición empezó a explotar por si sola.

Patryk entonces apareció al lado de su hijo y se quedó mirando el lugar donde Sean acababa de tirar sus dos pistolas.

-Así que tienen más ayuda que la de los lobos.

-No es solo eso.- Dijo Sean, viendo como sus hombres empezaban a disputarse las armas blancas que habían llevado.- Estamos lejos de la manada. Solo un Elemental de Fuego de Categoría Alta podría evocar sus dones a tal distancia.

Patryk sonrió.

-Interesante.

Sean se adelantó, dando orden de que siguiesen andando. Sin las armas de fuego, aún les quedaban un amplio abanico de dones y la lucha cuerpo a cuerpo. Sabía bien que los lobos serían un gran estorbo, pero valía la pena. Tendría que ser así con tal de poder ver a su hermano y vengarse al fin.

Se dio cuenta entonces que sus hombres se habían detenido. Cómo no, los gemelos se habían puesto en cabeza. Se detuvo y esperó a que su padre saliese al frente antes de hacerlo él.

Era un pequeño claro en mitad del bosque, al otro lado había un pequeño montículo en el que estaba su hermano y la furcia con la que había estado jugando. Se arrepintió instantáneamente de no haberla matado en su casa, cuando había tenido la oportunidad.

Junto a ellos había varias personas, de las cuales reconoció a la mayoría como trabajadores de Nox. De inmediato reconoció al regente del local, alto, delgado y algo desgarbado. Pero a diferencia de la vez anterior que lo había visto, ahora tenía la piel cubierta de Marcas, similares a los tatuajes humanos, salvo que estas estaban en continuo movimiento y auguraban el nivel de control que poseía este sobre la magia Pharmaky. Maldijo el Hechicero por haberse puesto de parte de su hermano, aunque no se esperaba menos dado lo que le había contado sobre el destino de Dean.

Los Kentauri, un grupo de descendientes de los Centauros que prestaban sus servicios a Moklan por algún motivo que todos desconocían, montaron una barrera protectora delante, sus insignias doradas relucieron sobre sus hombros cuando la los rayos de sol bailaron sobre ellos. Su fuerza y destreza en batalla los habían sacado de apuros anteriormente, pero que estuviesen ayudando en una causa que distaba de la nobleza que solía acompañar a cada acción de esa raza, era algo inaudito.