Tras subirse nuevamente en la 4x4, Sean condujo durante un par de horas antes de detenerse y caminar por otros treinta o cuarenta minutos de lo que parecía las ruinas de una vieja ciudad. A lo lejos estaba lo que en algún momento de la historia había sido unas enormes instalaciones militares, o puede que una pequeña ciudadela.
O lo que nosotros llamábamos hogar.
El Centro parecía un conjunto de edificios conectados entre ellos por pasarelas, uno que había tenido días mejores. Si bien por dentro era un lugar de lo más innovador, tecnológicamente auto sostenible y con todas las comodidades que pudiéramos necesitar, desde afuera no era para nada lo que aparentaban. Si bien, los cristales con efecto espejo que no dejaba ver lo que había en el exterior debería de ser una demostración más que suficiente de los cuidados que un lugar abandonado no debería de poseer.
Me desconecté lo justo para mirar por la ventana y fijarme en los campos que parecían ser infinitos desde mi ventana. Me había costado años el conseguir un traslado hasta ese lado del edificio, pero había merecido cada tentativa y cada negativa recibida. Las ruinas de la antigua cuidad, que eran las vistas que había desde el otro lado del complejo, siempre me habían entristecido. Eran un constante recuerdo de tiempos mejores que habían terminado y el como el paso del tiempo hacía que todo perdiese su importancia.
Nadie allí sabía siquiera el nombre de la antigua ciudad, ni que tipo de gente habitaba en ella. Eran apenas viejos recuerdos de lo que pasaría cuando todos nosotros ya no estuviéramos aquí. Que seríamos olvidados y sustituidos por otras personas que pisotearían todo lo que un día fue importante para nosotros.
Inspiré hondo y volví a coger el hilo de recuerdos exactamente en el punto en que lo había dejado.
Sean recorría los pasillos, tomando la forma de uno de los soldados que habían estado en la entrada. Eso me hizo preguntarme si en algún momento se habría cruzado con alguno de las personas cuyo aspecto utilizaba para camuflarse. Tendría que ser de lo más desconcertante que un día estuvieras a tus cosas andando por ahí y ver como tú mismo pasas a tu lado como si nada.
Llegó hasta su habitación y abrió la puerta, sin detenerse a mirar a la mujer desnuda que había en su cama se acercó a su armario. Se había olvidado de la súcubo, pero la verdad es que en ese momento estaba cansado y lo único que quería era tomarse una ducha y dormir un poco. Respiró hondo cuando ella abrió las piernas a modo de invitación.
-Hace días que no vienes por aquí.- Le dijo ella, a lo que Sean no contestó. Mucho era que tuviese que prestar cuentas de lo que hacía o dejaba de hacer a su padre y a Christopher. - Sabes que no puedes descuidarme de esa manera ¿Verdad?
Sean se dio la vuelta para encaminarse haca el baño cuando vio que algo brilló junto al pie de la cama. Frunció el ceño y se agachó para recoger el puñal junto al pie de su cama.
Con la hoja de un palmo de largo y las intrincadas filigranas del mango que formaban una elegante J, el puñal de su padre poseía demasiadas menciones en sus recuerdos como para olvidarlo. Por mucho que lo intentase o quisiese.
-¿Dónde has encontrado esto?- Le señaló a ella, quién se pasó las manos por los turgentes pechos, intentando incitarlo.
-Por ahí.
Sean apretó la mandíbula y se acercó a la cama. Antes de que la joven se percatase de lo que estaba haciendo, la cogió por el cuello para darle un apasionado beso en los labios. Cuando la soltó ella estaba sonriendo de oreja a oreja, a pesar de que el puñal estaba en su cuello.
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Libro de los Sueños (+18)
Fantasía- Hijos del Destino 2 - Sean Jenner lleva meses desaparecido, la gente había empezado a darlo por muerto hasta que aparece un buen día ante la vieja Martha. La bolsa de dinero que él le ofrece a ella tiene un claro propósito: utilizar sus dones de...