JUEVES: Diferentes prisiones.

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Había pasado lo que parecía una eternidad, pero que en verdad era apenas unos treinta minutos, hasta que Ingrid volvió a la habitación.

-¿Puedes mover lo dedos de las manos?- Preguntó ella entrando en la habitación. Sean negó con la cabeza.- Supongo que al ser un Arur, puede que tenga más efecto en ti.

-¿Puede? ¿Ni siquiera estás segura?- Sean estaba de lo más irritable, aunque era lógico el porqué, era de lo más nuevo. Verlo enfadarse, demostrar... no sé. Algo.

Ella se encogió de hombros y volvió a sentarse en la cama, cosa que hizo que la vista de Sean se posara en sus piernas cuando el vestido subió más de lo debido. Ingrid bajó la tela rápidamente.

-¿Qué eres?- Preguntó él.

-No puedes pedirme que te conteste tus preguntas sin contestar las mías.- Dijo ella, lo cuál era de lo más lógico.

-No puedo responderte a tus preguntas, por eso no las contesto.-Explicó él.

-Bueno, habrá alguna que sí puedas.- Él no contestó, lo cual dio a entender que sus silencios podrían ser afirmaciones no dichas.- Soy una Infectada.- Contestó ella.- Mi madre es una Ghillie Dhu, una Elemental benévola de los bosques y mi padre un Silfo. Y yo no he heredado dones de ninguno de ellos.

-¿Cómo puedes saber que no has heredado dones de tu padre?- Preguntó Sean.- Los Silfos no demuestran su naturaleza hasta que sus cuerpos se preparan para abandonar este mundo.

-Este plano.- Corrigió ella.- Siguen existiendo en el otro plano. Y no es verdad. Desde su nacimiento, son guiados por los que habitan en el otro plano, y según crecen, son capaces de acceder a partes limitadas del otro plano. Como, por ejemplo, a la parte dedicada al conocimiento.

Sean meditó un momento sobre aquella información que parecía oculto al mundo Elemental casi al completo. Eso lo llevó a preguntarse sobre la cantidad de gente que en verdad poseía esa información y por qué ella había querido compartirlo con él.

-Así que te unieron a Vincent porque no tienes magia, a pesar de que tus padres sí la tengan.

Ella se encogió de hombros y miró al suelo antes de responder.

-Los culpo por venderme a los Berenguer, pero sé que no tenían muchas más opciones. Mi padre terminaría por desaparecer del plano corpóreo, y cuando lo hiciera, mi madre estaría obligada a volver a unirse al bosque.- Ella se encogió de hombros.- Lo sabían cuando se vincularon el uno al otro. Pero no se esperaban que llegase yo.-Ingrid volvió a mirarlo.- ¿Qué haces aquí?- Preguntó ella.

-Vincent se llevó algo que no era suyo.

-¿A quién robó?

-No puedo decírtelo.

-¿Te hiciste pasar por él para poder registrar la casa?

-Sí.

-¿Y has encontrado lo que buscabas?

-¿De ser así, habría vuelto?

-No sé, dímelo tú.- Ella sonrió, lo cual hizo que Sean se centrase en el movimiento de sus labios tan perfectos y tan rosados.

-¿Cómo es que tienes veneno de Gancanagh?- Preguntó él.

-En el pueblo había uno, nos hicimos amigos cuando intentó envenenarme hace algunos años.- Ella se encogió de hombros.- Le pedí un poco para cuando Vincent viniese de visita. Fue quien me enseñó a usarlo a modo de paralizante. - Los sueños que he tenido... ¿Son en verdad míos?

Libro de los Sueños (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora