Capítulo 6

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Eric

El tren sé tambalea y él casi se cae, casi por que antes de que sucediera me levanto y lo tomo de sus caderas, quedando delante de él.

Nuestros ojos se conectan inevitablemente, chispas, eso es lo que siento en nuestras miradas, nuestros ojos se conectan de una manera inexplicable.

—Estas bien?.

—Si, no te preocupes—baja la mirada

—No me gusta que apartes la mirada—le digo, y eso hace que me mire con curiosidad

—¿Y eso como por qué?.

—Facil—me acerco más a él —me gusta que tus lindos ojos cafés me miren— al decirle eso su respiración sé volvió pesada.

—Eres un—

todos los pasajeros a bordo, mantengan la calma por favor—se escucha la voz del encargado por los parlantes que hay en cada pasillo— solucionaremos el problema de inmediato.

¿Qué sucede? — él se empieza a poner nervioso.

—Tranquilo, todo estará bien—trato de calmarlo

—¿Pero y si pasó algo grave? — está muy preocupado

—Calma, voy a ver que pasa—lo suelto— ya vuelvo

—Esta bien—se calma un poco

—Espero y me extrañes—doy la vuelta y camino hacia la puerta

—Ya quisieras tú—resopla

Antes de cerrar la puerta asomo la cabeza para decirle una última cosa.

—Sé que me vas a estrañar —sonrio— a mi, y a mis besos también —me deleitó cuando su cara se vuelve toda roja.

Tal cual como una cereza.

Lo dejo y me encamino hacia el encargado del tren. Solo espero y no sea nada grave

Rose me mataría si no llego.

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—Al parecer se dañó una pieza importante—cierro la puerta detrás de mi, él despeja los ojos de su cuaderno y me mira

—¿Y eso es malo?—dice con algo de miedo

—Algo así

—Explicame bien por el amor a dios— exclama desesperado

—Pero que genio— sonrio—en ves de estar preocupado por eso deberías de estar feliz

—¿Porque debería de estarlo? —me mira con confusión

—Por qué estamos vivos y porque ahora podrás pasar más tiempo con este perfecto semental —me señalo a mi mismo, y veo como sus se agrandan. Sonrio con satisfacción

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, al parecer se tardarán unos días en venir a reponer lo que se dañó.

—No puede ser— se levanta y empieza a caminar de un lado para el otro—No quiero estar encerrado aquí y más si es contigo—sus ojos encontraron los míos y en ellos pude ver el miedo y la frustración

—Eso debería dolerme—hago puchero—Pero la realidad es que no—le sonrio—porque sé perfectamente que te arrepentirás de tus palabras cerecita

Rápidamente su rostro adquiere ese tono rojo cereza que tanto me gusta.

Pero esta vez es de enojo.

Encerrados en el tren: Eric y GuillermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora