✞ Una petición

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Era raro

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Era raro...

Max se había levantado de buen humor esa mañana.

Había bajado he incluso me había preparado el desayuno. Me llamó con una voz tranquila y tocó la puerta de mi habitación antes de entrar para decirme que era hora de ir con la señora Imelda.

Mi piel se erizó al escuchar ese nombre.

Imelda había fallecido hacía ya varios años, debido a un paro cardíaco.
Todos los vecinos lloraron su muerte ya que ella era una persona amable y querida por todos.

Ahora que lo recuerdo, todas las mañanas, cuando apenas había comenzado mi adolescencia después de separarme de los Mikaelson, iba con dicha señora a regar las plantas de mi jardín, para luego ir a su casa por clases de costura junto a las otras niñas de la vecindad.

Era feliz allí, tenía amigas, además, en esa casa fue donde conocí a Sarah. Una niña alegre y divertida que sólo quería ser feliz.

Todo lo contrario a las demás. Ellas solo se la pasaban cotorreando de nosotras por la amistad tan bonita que habíamos creado en tan poco tiempo. De seguro sus padres estarían contentos, ya que sus hijas habían heredado su misma mentalidad de metidos y chismosos.

Max: buen día, florecita, y suerte en tus clases de costura!

Elizabeth: cómo? -dije con asombro al escucharlo decirme así.-

Antes me llamaba de esa manera, un apodo muy bonito, no?
Pues decía que yo era una flor, tan hermosa y delicada como las rosas que habían en el jardín, y pura, por la palidez de las mismas.

Elizabeth: g-gracias, ten tu también un buen día...aunque estás seguro que estás bien?

Max: claro que si! Estoy genial! En un rato iré a cambiar papel tapiz de la pared, creo que nos vendría bien un cambio, no crees? -sonrió de manera sincera dejándome asombrada-

Elizabeth: claro...este ya está viejo -fijé mi mirada en la pared de las escaleras ya que dicho lugar se había manchado de sangre al subirlo a su habitación el día anterior- y siento mucho no poder ayudarte.

Max: no hay problema, yo puedo solo. Verás que hermoso quedará. Regresa por favor en la tarde y te vas a maravillar! -rió con alegría y orgullo-

Elizabeth: claro, jaja, regreso en la tarde...-sonreí de lado antes de salir y cerré la puerta detrás de mi-

Bajé los escalones que habían frente a la puerta y miré con añoranza la casa abandonada de la señora Imelda.

Sonreí al recordar todos los momentos bonitos que viví allí, además, a esa mujer la consideraba como una madre, una persona especial en mi vida...

Me fui de la casa en dirección al bar, ya habían pasado dos días desde que no se abría y la gente debía estar preguntándose el por qué.

Al llegar abrí la puerta con mi llave y entré volteando el cartel en la cara que decía "abierto".

∘∘∘✾POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE CON LOS MIKAELSON✾∘∘∘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora