Capítulo 4:

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Ana:
Ya estamos en la camioneta otra vez y ni siquiera me di cuenta. Estamos en las posiciones de siempre pero hay algo raro, por alguna razón todos tienen la mirada vacía.

- ¿Chicos? - digo y me da la ligera impresión de que me han ignorado.

- ¿Chicos estáis bien? - pregunto tocando el hombro de Jay que está delante de mí.

  Lo muevo un poco y al no notar respuesta, lo zarandeo un poco más fuerte; entonces una mano me agarró imposibilitándome el movimiento, pero a diferencia de la mía, estaba tan podrida que se le notaban los huesos. Miré y me di cuenta de que pertenecía a  Camille, que también era un zombie, no pude evitar tomar uno de mis cuchillos y clavárselo en el cráneo mientras intentaba huir. Salí del auto a toda velocidad, la calle estaba vacía lo cual era muy extraño. Seguí corriendo hasta que observé el edificio donde nos estábamos quedando todos, no me lo pensé dos veces y seguí corriendo hasta entrar en él, por alguna milagrosa razón, el edificio funcionaba perfectamente, o sea, había electricidad. Me dirigí hacia los ascensores pero saqué mis catanas ya que es mejor prevenir que lamentar. Me subí en él, marqué el número del último piso y esperé a llegar arriba.

  Las puertas se abrieron y todo estaba más vacío que un desierto. Seguí mi camino y llegué a la puerta del apartamento, la cual estaba semiabierta, el horror vino justo después. Todos, absolutamente todos estaban muertos, fui a toda velocidad abrazar el cuerpo de mi amiga mientras lloraba pensando en la otra. Las lágrimas apenas me dejaban respirar, me faltaba el aire de tanto llorar.

- Todo es tu culpa...eres una inútil – resonó una voz acompañada de un terrible estruendo a mis espaldas.

  Me volteé y el cuerpo putrefacto de William me atacó con mi propia catana.

  ¡Mierda! era un maldito sueño, abrí los ojos de golpe y me senté en la cama. Tenía demasiado frío y para colmo apenas podía diferenciar las cosas, ya que mi vista estaba demasiado borrosa.

- ¿Estás bien? - apenas distingo la voz pero me parece familiar.

- Yo… ayúdame - fueron mis últimas palabras ya que me desplomé.

  No estaba dormida porque escuchaba algunos ruidos a mi alrededor inclusive sentía como unas manos algo fuertes me acomodaban en la cama.

Horas después:

  Me desperté y me dolía todo el cuerpo, mi vista ya estaba recuperada aunque aún tenía algo de frío. Me levanté de la cama y me di cuenta de algo, no tenía puesto el sujetador y la camisa estaba desabrochada además de que tenía un paño en la frente. Seguramente me había dado fiebre y las chicas me habrían ayudado, pero mi cuerpo aún sentía el recorrido de aquellas manos misteriosas por cada parte de mi piel. Comencé a trazar ese recorrido que estaba en mi memoria.

-Ya estás... des-pier-ta - dijo William mirándome embobado a lo que al momento me cubrí con las sábanas y él agachó la cabeza.

  De repente me dio mareo y casi me caigo de no ser por William que me agarró al vuelo. Me sonrojé más de lo que estaba y él me ayudó a recostarme, me tocó la frente e incluso me colocó un termómetro, aun así sabía con certeza que sus manos no eran las mismas que me habían auxiliado cuando estaba semiinconsciente, así que no pude evitar preguntarle si me  ayudado hacía un rato.

- Si vine a traerte unos paños y una sopa que hice pero... olvídalo - dijo y se paró dejándome sola en el cuarto.

  Me levanté y fui al baño del departamento, aunque los chicos se bañaban allí no me importó. Me llevé los pantalones estilo militar junto a la inmensa camisa que trajo Camille. Ya me sentía un poco mejor pero en algunas ocasiones el piso me daba vueltas.

The dead not thereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora