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A veces tenemos que frenar.
Detenernos justo donde estamos.
Y no me refiero a darnos por vencidos.
Si no, simplemente, pausar todo.
Un momento.
Un instante.
O el tiempo que sea necesario.
Debemos mirar a nuestro alrededor y, aunque la respuesta pueda asustarnos, necesitamos preguntarnos si ese lugar en el que estamos, esa cotidianidad que nos abarca, es realmente es lo que esperamos de la vida.
Si la respuesta es un sí, excelente, es momento de continuar con el trayecto.
Sin embargo, si nuestra respuesta es un escalofriante "no", es hora de cambiar.
Pero... ¿cambiar qué?
No lo sé.
Creo que cada uno conoce los demonios contra los que estamos luchando.
Un mal trabajo.
Malas amistades.
Una familia disfuncional.
Un amor destructivo.
O, tan temible, un odio hacia nosotros mismos.
Es simple, mírate en un espejo y dime qué es lo que ves, qué clase de sombra está detrás de ti, absorbiendo tu energía y luz.
No tengas miedo a enfrentarle.
Ten miedo a quedarte ahí por siempre, hasta que la vida se te escape de las manos.
Eso, amigos, eso sí es aterrador.

Una noche le conté a mi almohada...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora