siete

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La recepción esta bien organizada, y en su mayoría hay hombres maduros con jovencitas como acompañantes, a excepción claro de Adolfo, y Ramiro que además de su amigo también son socios y debían asistir los dos, el último viene con una de las hijas de Rosa. Esta vez mi vestido es largo de corpiño adornado con lentejuelas y la caída de la falda es suelta, así que mis pies están cómodos ya que como el vestido es largo pude traerme unos zapatos más cómodos.

Adolfo se ve muy atractivo con un traje gris a la medida y el cabello bien peinado, parece todo un empresario nada que ver con la ropa que usa en la hacienda.

_Esta noche luces muy hermosa _ Adolfo susurra en mi oído _ no puedo espera a quitar ese vestido de ti y hacerte mia. _ sonrió y me muerdo el labio inferior.

_Paciencia mi querido señor. - le susurro y de paso le guiñó un ojo, Adolfo sonríe y sus ojos color miel brillan.

Ramiro se acerca y le dice algo a Adolfo, algo que no logro entender, quien asiente con la cabeza. Ellos: Ramiro y paloma - creo que así se llama la hija d rosa _ se van con dirección a un grupo de hombres bien vestidos.

_¡Pero que agradable sorpresa...!

Adolfo y yo nos volvemos al escuchar esa voz algo roca y apagada. Es el hombre mayor pero bien parecido que ví en la última cena en la hacienda de los Cabrera, junto a el esta una jovencita morena y un hombre de la edad de Adolfo de rizos rebeldes y sonrisa infantil, muy parecido a el hombre mayor.

_¡Pero si es mi pareja favorita!, que ¿no nos presentas querido sobrino? _ escucho como Adolfo gruñe por lo bajo. ¿Sobrino?.

_ Ella es mi esposa Alicia Alcázar. Y ellos son Antonio Alcázar _ señala a el hombre mayor _ y Cesar Alcázar. Y la señorita es...

_Mi novia _ dice Antonio _ Pilar García.

Después de unas palabras mas sobre supongo yo, sus negocios, Adolfo nos retira de sus familiares.

_Pareces que no te caen ¿verdad? - pregunto algo intrigada, ya que no se prácticamente nada de la vida de él.

_Son ideas tuyas _ responde escuetamente, y me doy cuenta que es un tema del que no me va a querer hablar. Adolfo nos lleva a el grupo de personas donde esta Ramiro.

Después de un momento donde escucho que un tal Sr.  Pilip un rubio y por su acento me di cuenta que es extranjero, siento un mirada y al levantar la cabeza lo veo... Julio Cabrera. Su ojos negros no dejan mi figura, al ver que lo he visto me sonríe, ¡sera descarado!, de su brazo como es obvio esta Flor. Su mirada me incómoda.

_Voy a el aseo _ le susurro al oído a mi marido.

_Que te acompañe paloma

Niego con la cabeza y no espero que replique. Levantó un poco mi vestido y huyo rumbo a el aseo.

Mi reflejo es pálido, y mis manos tiemblan, sigo sin estar preparada para enfrentar a el hombre que un día creí me amaba y del que aun  tengo sentimientos. Me mojó las manos, para refrescar un poco mi nuca. Salgo del aseo dispuesta a no separarme de Adolfo, con él estaré segura.

Reprimo un jadeo por la sorpresa, al ver a Julio recargado en la pared fuera del aseo, con las manos en los bolsillos. Vuelve su cara  y me ve con esos lindos ojos negros los que un día ví como brillaban al decir mi nombre. Sonríe.

_Alicia... - mi nombre en sus labios es como un gemido de dolor y anhelo.

No estoy dispuesta a escucharle, no le quiero más en mi vida, y se que el echo de que su presencia aún me duela es porque aún no le he olvidado, pero no sé lo haré saber, así que estoy por pasar de él, pero me vuelve hablar.

El sendero de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora