Katsuyu Día #6: In another life

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Una gota de sudor frío se deslizó por su sien, trazando un camino hasta estrellarse con la almohada. Con los ojos cerrados, giró el rostro no una, si no dos y luego tres veces. Tenía la respiración agitada, mientras múltiples imágenes de origen desconocido se proyectaban en su ensoñación de forma involuntaria.

Hace bastante tiempo que habían dejado de parecerle simples sueños. Eran recurrentes, similares unos con otros, y parecían más bien, recuerdos que jamás supo que tenía.

Observó el cuerpo ensangrentado de una mujer entre sus brazos, la cual lloraba débilmente y le pedía, entre sollozos y respiraciones entrecortadas que le buscase. No importaba cuanto tardara, pero que, por favor, la encontrara. Su grito entonces fue tan desgarrador, que lo transportó de golpe al mundo real.

Se levantó como un rayo de la cama, sentándose en el colchón mientras respiraba agitado, observando a su alrededor la oscuridad que le rodeaba. Asimilando que se encontraba en la habitación de su departamento, y no en aquel lugar distante de sus sueños, donde parecía más bien un territorio en guerra, pudo por fin respirar en paz.

Maldijo otra vez, mientras asestaba un golpe de puño en la almohada. Los sueños más terribles eran aquellos donde aparecía esa mujer lastimada. De algún modo, sabía que siempre despertaba en ese momento en que la encontraba a ella.

Se levantó pesadamente, para dirigir sus pasos hacia la cocina, en búsqueda de un vaso de agua que le ayudase a calmar sus inquietudes, y bajar de nivel la velocidad de los latidos de su corazón.

Cuando pasó por la sala de estar, se detuvo unos segundos para observar el reloj en la pared. Eran las 6:28 AM. Pese a que era antes de lo previsto, decidió que podría ser una buena oportunidad para aprovechar el día desde temprano.

Se bebió el vaso de agua con lentitud, luego lo enjuagó y lo depositó en el secador de vajilla. Suspiró hondamente; sabía que perdía su tiempo intentando evocar el rostro de la mujer, que siempre desfallecía entre sus brazos.

La extraña situación había comenzado a suceder exactamente cuando cumplió quince años. Aquella noche, víspera de su cumpleaños, se había visto a sí mismo en su sueño, corriendo por un amplio prado de narcisos, que, a sus ojos, parecía no tener fin. Intentando saltar un riachuelo, se había resbalado y caído, raspándose la rodilla en el proceso.

Tenía 15 años en ese momento, había dejado de ser un niño, o eso pensaba, de modo que, como pudo, se sentó entre las flores y se sacudió un poco el polvo, mordiéndose las lágrimas.

– "¿Necesitas ayuda?"

Una chica aproximadamente de su edad, se encontraba frente a él. Vestía un largo vestido blanco, similar al color de las flores, que se ajustaba en su torso y luego caía libre y suelto por sus caderas y hasta la pantorrilla.

No era capaz de ver su rostro, al intentar mirarlo solo se encontraba con una distorsión, pero de algún modo que no tenía explicación, él sabía que la expresión de la jovencita era de completa preocupación.

Antes de que pudiera negarse y espantarla de allí, la niña había sacado de la falda de su vestido una pequeña cantimplora metálica y un pañuelo. Rápidamente se agachó junto a él, y al entrar el agua fría en contacto con su rodilla raspada, sintió dolor y despertó, completamente aturdido.

Soñaba con situaciones así desde entonces, como mínimo una vez a la semana. Con el paso de los años, la representación física de sí mismo en los sueños había madurado también. Del mismo modo, lo había hecho la figura femenina que solía irrumpir en ellos.

Katsuyu week | 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora