16. Nada te Hará Daño, Sólo tu Misma

929 61 9
                                    

***Siete Años Atrás***


—¡No seas aburrida, Lea! No hay nada de qué temer. —Me dice él tonto de Christian desde afuera de mi ventana, junto a la tienda de campaña en el jardín. Por alguna extraña razón había aceptado esa ridícula idea de acampar en el jardín.


No tenía ningún problema con eso de acampar, hasta que Christian decidió contar historias de terror...


Yo y las historias de terror no tenemos una buena relación. Christian me había contado una historia sobre un pobre desquiciado que asesinó a toda la gente de una escuela y ellos habían vuelto de la muerte por venganza y lo habían asesinado a él. Ahora el desquiciado y los estudiantes que asesinó andan por ahí asesinando a las personas que no hacen su tarea temprano, se comen las galletas sin permiso y van a acampar con sus amigos... suena ridículo, lo se. Yo soy ridícula.


Lo suficientemente ridícula como para correr hasta mi casa, encerrarme en mi cuarto y meterme bajo las sábanas de mi cama. Mi cómoda, calentita y lo más importante, segura cama. Lejos de cualquier asesino fantasma y su ejército de estudiantes de ultratumba.


Doy un salto cuando escucho la puerta abrirse, y no me atrevo a quitarme la sabana de encima. Estoy segura de que si ruego suficiente mi sábana se convertirá en una capa de invisibilidad, o puede que haya visto demasiadas películas de Harry Potter. 


Debo lucir ridícula, ese pensamiento me motiva lo suficiente para quitarme la sabana de encima. Mi corazón late con fuerza en mi pecho y aprieto contra mi el oso de peluche que mi padre me dio hace unos días. Me había quejado por la falta de tiempo que mi padre me dedicaba, y ese mismo día había llegado con ese oso temprano a casa, diciéndome que ese oso me haría compañía cada vez que él no estuviera. Espero ahora que este oso sirva para algo.


Escucho otro ruido proveniente del pasillo y contengo un grito. Debía ser Christian molestando, o el gato, o tal vez estaba volviéndome paranoica, o todos los anteriores.


Vamos Lea, es imposible que seas tan débil y asustadiza.


Estúpida conciencia. Me ha molestado toda mi vida, y lo más molesto es que siempre tiene razón.


Me alejo de la cama, decidida a que nada me asustará. No puedo ser una llorica siempre, y menos por Christian. Es hora de que le demuestre de lo que soy capaz. Camino apretando al oso con fuerza contra mi pecho, sintiendo el frío suelo bajo mis descalzos pies. Odio Las pantuflas. El pasillo está oscuro pero conozco mi casa como la palma de mi mano; me dirijo hasta las escaleras y bajo despacio, paso por la cocina y antes de salir por la puerta trasera al patio, tomo una galleta del tazón de galletas porque, ¡¿Cómo resistirme a una con chispas de chocolate?! 


—Eres una niña muy mala...


Suelto un grito ahogado, pero alguien a mis espaldas tapa mi boca. 


Sí, este es mi fin. Debía haber escrito mi testamento antes de bajar, debí haber ignorado a mi estúpida conciencia, debí rechazar la estúpida idea de acampar en el jardín y hacer mi tarea temprano. ¿Y si el fantasma psicótico ya había matado a Christian y a Andrea, o a mis padres? No... Esa idea era terrible.

Competition || Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora