6. Yo Te Odio, Tú Me Odias

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—Vamos al parque Lee, solo sera un rato. ¿Hace cuánto no vas al parque? —Me dice mi hermano, haciendo pucheros.


—No tengo ganas David. Tengo 12 años, apenas quepo en el columpio.


—Nunca tienes ganas. Será divertido. —Me regala una de sus sonrisas encantadoras que siempre me hacía sonreírle de vuelta.


Mi sonrisa le dio permiso para llevarme a donde quisiera. Se agacho a mi altura para que me subiera a su espalda, un juego al que estaba acostumbrada a hacer con él. Me llevo corriendo al parque mientras yo reía y apretaba mis brazos alrededor de su clavícula. Cuando llegamos al parque me bajo y me llevó un momento al columpio como lo prometió. Cabía perfectamente en el columpio, es solo que a veces olvidaba mi diminuto tamaño.


Cualquiera pensaría que mi hermano y yo somos de menor edad de la que tenemos en realidad. David a sus 20 años parece un chico de 16, y yo a mis 12 parezco una niña de 9 con desarrollo prepuber. Aun siendo todo un hombre, David conmigo seguiría siendo un inmaduro hermano mayor sobreprotector, y lo amaba por eso. Después de un largo rato de jugar entre un juego y otro estaba lista para marcharme a casa, mientras él se sujetaba de un alto pasamanos. David era una torre. Su 1.98 de altura podrían superar cualquier pasamanos... Totalmente diferente a mi y a mi 1.60 de altura.


—¿Ya podemos irnos? —Le pregunto, impaciente.


—No hasta que logres cruzar este pasamanos. —Dice con diversión.


—No podré, solo mirame.


—Lo hago, y no veo mucha diferencia entre tu y yo.


—Olvidas el medio metro de altura de más que tienes, y el hecho de que eres 8 años mayor que yo, y que eres un hombre...


—Sí, sí, te entiendo, pero eso no es a lo que quiero llegar, Lea. Eres humana igual que yo, eso te hace tan merecedora de las mismas posibilidades.


—Pero no quiero subir al pasamanos, quiero ir a casa. —Mi impaciencia se había convertido en molestia.


—Imagina que este pasamanos es la vida. Tienes que aprender a subirte y aferrarte a ella con fuerza hasta el final, cuando ya hayas logrado superarla, y no detenerte sin importar cuantas veces te caigas, siempre debes levantarte y intentarlo. Con cada caída aprenderás algo nuevo que te ayudará la próxima vez. Te apostaría que las personas que les cuesta más como a ti son las más fuertes al final. —Me dio una mirada esperanzada que logró quitarme el mal genio.


Después de su discurso volvimos a casa. Al día siguiente, cuando volvía sola a casa de la escuela y pase por ese parque, me subí en el pasamanos recordando las palabras de mi hermano. Hice también lo mismo el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente a ese. Lo hice cada día hasta que lo logre, y después de eso seguí con gimnasia. No me detendría nunca, por más que cayera...



***

El recuerdo de cómo me inspire para hacer gimnasia recorrió mi mente en un segundo. La gimnasia era el único deporte que practicaba. Había ganado un par de medallas que hicieron sentir orgullosos a mis padres y más que todo a mi hermano, además la gimnasia me había dado un abdomen y unas piernas decentes.

Competition || Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora