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LOS DÍAS FUERON PASANDO JUNTO CON LAS ESTACIONES Y CON ELLO, LOS AÑOS, dejando atrás a tres niños atemorizados y confundidos al no saber que hacer ahora que estaban por su cuenta sin que nadie los guié, en tres adolescentes–dos apunto de convertirse en adultos–de carácter fuerte, desconfiando de otras personas, pero sobre todo confianza entre ellos mismos, sin importar que problema se suscitase, al final solo contaban con su misma ayuda para sobrevivir en la frías, solitarias y peligrosas calles de Sokovia.
Pietro al cumplir los trece años comenzó a ejercitarse, haciendo de todo para volverse fuerte y proteger a sus hermanas de cualquier situación que llega a pasar, decisión que agradeció internamente con sí mismos al haber empezado temprano con ello, hubo una ocasión en el cual Alaska se había separado de sus hermanos para conseguir lo esencial con el poco dinero que habían tenido; toallas sanitarias.
Obviamente el principio fue confuso para él, ya que sus hermanas cambiaron repentinamente de un día a otro su humor por uno más intenso, haciéndolo preocupar, al no saber del tema reviso si ambas tenían temperatura o que era lo que provocaba este cambio tan abrupto, ambas se ponían a la defensiva, una vez Alaska se puso a llorar de la nada y repentinamente se enojo con todo el mundo y soltaba maldiciones con todo lo que se le cruzara en el camino, por otra parte Wanda sonreía muy forzosamente mientras sus manos las ponía en su vientre bajo, acción que no dejo pasar y su mente empezó a sacar conclusiones muy rápidas al final tuvo que preguntar que era lo que les pasaba a ambas hasta que le dijeron muy normal y directas que estaban menstruando.
Cuando su padre le dijo que entender a una mujer en los días especiales era difícil no mentía, así que pregunto en que podía ayudarlas, Wanda aclaro que lo peor eran los cólicos así que lo más seguro puede estar a la defensiva en esos momentos lo demás podía afrontarlo por su parte Alaska respondió que quiera muchos, muchos abrazos.
Por su parte, él sonrió al escuchar la respuesta de su hermana menor, y la envolvió en un cálido abrazo, sin esperar respuesta de la sonrisa de Wanda, la atrajo con él y a las dos las abrazo por igual, haciéndoles saber que él está con ellas en cualquier situación que se presentase, incluso cuando una de ellas caiga o este lejos, Pietro estará ahí con ellas o incluso buscándolas para levantarlas.
Y hasta la fecha él no ha roto aquella promesa que les hizo, sabiendo que ahora son lo único que se tienen entre los tres.
—Wanda, ¿No ha vuelto Alaska? —Preguntó, mirando a su gemela.
—No, dijo que no tardaría. —Respondió, volteándolo a ver.
—Ha tardado demasiado. —Dijo, mirando a su alrededor—. ¿Recuerdas cuál tienda dijo que iba a ir?
—La que está cerca del mercado. —Se acercó a Pietro—. Queda solo a unos pocos minutos de aquí.
—Iré por ella. —Sacudió sus pantalones, los cuales tienen tierra y polvo en ellos, gracias a que estaba recostado en la vieja acera haciendo ejercicio.
