Noche confusa

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Advertencia: este one-shot posee situaciones más absurdas de lo normal con el fin de divertir, así que no se sorprendan por las circunstancias sin sentido xd sólo es con el fin de entretener. 

Cuando llegó a casa esperó encontrarse a su hijo y a su asistente recibiéndole con una amplia sonrisa. Esperó un "bienvenido a casa, padre", acompañado de un gesto amable. Esperó una larga lista de preguntas sobre su ajetreado viaje o acerca del contexto en Tokio. 

Esperó cualquier cosa, excepto lo que realmente encontró. 

¿Por qué su casa, que era su silencioso santuario, ahora parecía como el escenario de una guerra sangrienta que a saber cuando sucedió? 

No sólo se trataba de la destrucción por todos lados sino también de la multitud de personas inconscientes en el suelo, así como botellas de alcohol y algunos brownies de chocolate que estaban dispersos por doquier. 

Intentó frenar su enfado, tan sólo para explotar contra su hijo apenas lo viera. 

Siempre supo que dejar ir a Adrien a la escuela fue su primer error en su tiempo. Era claro que se había rodeado de malas influencias que, ahora, notaba el grado de rebeldía ejercían en él. No obstante, jamás pensó que se portaría de tal forma en su adultez, donde creía que sería más responsable.  

Al parecer viviría los arrebatos de la adolescencia en sus veintes. 

Entró a la habitación con el ceño muy fruncido, ya sin sorprenderse del terrible desastre que en el dormitorio había. Se llevó la mano al puente de la nariz al tiempo que suspiraba con pesadez. 

Ahí también había jóvenes inconscientes que, seguramente, estarían ebrios o dopados. Buscó a su hijo con la mirada, sorprendiéndose de encontrar al guardaespaldas en su lugar, aunque no de muy buena manera. El hombre colgaba de cabeza mientras era sujetado por una soga que alguien había atado al poste de la canasta de basquetbol. 

Si antes creyó que aquella fue una mala noche, podía estar seguro que fue una descontrolada para todo el mundo. 

Continuó buscando al rubio entre el resto de personas, logró reconocer a Chloe Bourgeois y a su media hermana, Zoé Lee, pero ni rastro del Agreste que parecía que se lo había tragado la tierra. 

Gabriel pensó que, quizá, se encontraba escondido. No sería tonto pensarlo, pues Adrien bien podía huir con tal de evitar el gran regaño que vendría de su padre. 

Sacó el teléfono de su bolsillo sólo para marcar el número de su hijo. Oyó el timbre tres veces, ninguno de ellos dentro de la habitación, hasta que alguien contestó al otro lado. Tomó una gran bocanada de aire antes de comenzar el sermón que sería muy largo y lleno de furia. 

—¡¿Se puede saber dónde demonios estás Adrien Athanase Agreste?! ¡Si no vuelves a casa en este instante, estarás castigado de por vida! ¡Y olvídate del maldito camembert que pides por docenas! 

Iba a seguir su perorata contra el más joven o eso hasta que la voz al otro lado respondió y resultó no ser la de su hijo. 

Señor Agreste —rio, nervioso—, lo siento, no soy Adrien. Soy su mayor admirador, Wayhem. Adrien no está aquí, es decir, él lo estaba, anoche, pero no sé que sucedió. Se fue muy rápido con sus amigos y dejó su teléfono. Por favor, no me denuncie a la policía. 

Si su estado ya era de por sí fúrico, aquello empeoró al escuchar tal confesión que no resolvía sus dudas y sólo le provocó más rabia. Colgó la llamada sin siquiera responder al muchacho que volvió a disculparse antes de que Gabriel le ignorara. 

One-shots LukadrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora