Una noche para los dos.

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Takemichi vió fijamente a  Naoto Tachibana. El peli-negro estaba ciegamente enamorado de él desde hace algún tiempo, ambos eran compañeros de trabajo. Takemichi era un Omega de cabello negro, ojos azules y con un encantador aroma a chocolate. Mientras que  Naoto Tachibana era un alfa. 

Naoto era un alfa serio y siempre era directo, muy eficiente y responsable en su trabajo. Mientras que Takemichi era muy gentil y amable, siempre mostrando una sonrisa sin importar que, aunque claro parte de su comportamiento era obligatorio en  su trabajo, al fin de cuentas era el mejor secretario de la compañía. Desde que el Omega entró a trabajar aquí, su vista siempre estuvo puesta sobre ese alfa. Naoto le había parecido atractivo y encantador; sin mencionar que, la fachada de rompe corazones había llamado su atención.

No es que a Takemichi le encantara meterse con sus superiores ó con cualquier alfa, si no que,  Naoto era el único que hacía vibrar su corazón a más no poder. El alfa era serio y severo a veces, pero, eso nunca lo molestó. Sabía que, detrás de esa gran capa de seriedad, había alguien bondadoso y amable.

—Tachibana-san… ¿Quiere que le traiga un café? —cuestionó para después sonreír. Naoto suspiró con pesadez, otra vez este maldito omega ofreciéndose con él. Naoto ya había captado las intenciones del Omega y no, no estaba para nada de acuerdo con eso. Cualquier otro alfa estaría más que encantado de que un Omega se le regalara de tal forma, pero eso no funcionaba con Naoto.

—¿No deberías estar en la recepción? —cuestionó serio, sin despegar la mirada de su computador —. Digo, ese es tu trabajo.

A Takemichi le dolía que el alfa fuera así con él, pero entendía perfectamente que las relaciones entre empleados estaban prohibidas. El Omega bajó la cabeza con tristeza y asintió, para después irse a su puesto. El resto de compañeros de Naoto nunca entendieron como es que Naoto era tan idiota, si por ellos fuera aprovecharían muy bien la oportunidad que Naoto tenía con ese hermoso Omega.

Takemichi volvió a su puesto y siguió laborando cómo se debía, aunque eso sí un poco triste por la indiferencia de Naoto, pero siempre con una cálida sonrisa en el rostro.

Después de un día muy atareado. Naoto por fin se levantó de su asiento. El alfa estaba feliz de que,  por fin regresaría a casa y tendría un descanso. Todos ya se habían ido a casa y sólo quedaba él.  El peli-negro de inmediato se dirigió hacia la salida, sólo para encontrarse con Takemichi, el Omega también se había quedado hasta tarde acomodando unos documentos importantes.

Takemichi de inmediato sonrió al ver a Naoto. El alfa solamente se mantuvo serio, viendo hacia el reloj de la pared. Era casi las siete de la noche. Si que había tenido mucho trabajo.

—Tachibana-san, buen trabajo —agregó mientras se ponía el abrigo. Por suerte para el Omega; ya había acabado con todo su trabajo y ahora se estaba preparando para salir. Takemichi vió confundido a Naoto, ya que el alfa estaba todavía parado ahí, viéndolo fijamente.

Naoto sabía que ya era muy tarde y era peligroso para un Omega salir a estas horas, sólo. No es que a Naoto le encantaría acompañar a Takemichi a su casa, si no que, en las noticias siempre aparecían muchos casos de Omegas atacados por salir de noche ó simplemente por andar sólos. Y no, al alfa no le gustaría que el siguiente en aparecer en televisión nacional fuera Takemichi.

—¿Pasa algo, Tachibana-san? —cuestionó con curiosidad. No sabía el por qué Naoto seguía aquí con él ¿A lo mejor lo quería insultar por haberlo molestado durante semanas?

Naoto se mordió el labio, era demasiado orgulloso para explicar que lo quería acompañar a casa solamente por su seguridad. Naoto sabía de lo cruel que eran con los Omegas, aunque en sí, él no era así. Podía parecer un alfa serio y dominante, pero siempre respetó a los Omegas. El alfa agachó la cabeza y entre abrió los labios.

—Te acompañaré a tu casa —explicó  sin verlo a los ojos. Esto sin duda dejó sin palabras a Takemichi. Takemichi estaba sorprendido, su amor platónico le estaba pidiendo esto —. Ya sabes, es peligroso —explicó al levantar la cara.

Aunque la razón no le importaba a Takemichi, lo que era importante es que Naoto se preocupaba por él. El Omega asintió para después acercarse al alfa.

—Gracias, Tachibana-san—agregó con una sonrisa en el rostro. Ambos salieron del edificio. Takemichi estaba feliz, un alfa muy atractivo lo estaba acompañando a casa. Ambos tomaron el transporte público, ya que lamentablemente el auto de Naoto estaba en el taller.

Ambos iban en el metro. Takemichi no le dejó de sonreír a Naoto en ningún momento, sin duda, era agradable que el alfa fuera todo un caballero con él. Naoto también pareció disfrutar de la compañía de Takemichi, es decir, estuvieron conversando muy tranquilamente y en ningún momento el Omega dijo algo fuera de contexto, sólo se limitaba a sonreír cuando no sabía que decir. Lo único desagradable fue que cuándo iban en el metro, un desgraciado le dió una nalgada a Takemichi y éste no dijo nada.

Aunque al alfa le hubiera encantado hacerle frente a ese desgraciado por faltarle el respeto al omega, Takemichi lo detuvo con la mirada, era como si le suplicara que no iniciara un alboroto. Así que Naoto se contuvo, se mantuvo serio y sin hacer ó decir nada.

Al llegar a casa. Takemichi le sonrió y agradeció a Naoto por las molestias de traerlo a casa.

—¿Quiere entrar y beber un café? Digo… —trató de corregirse, no quería que Naoto creyera que tenía dobles intenciones. Naoto sonrió inconsciente. Takemichi se veía muy lindo cuándo se apenaba y a decir verdad un café no le caería nada mal.

—Me encantaría —añadió con una sonrisa, lo cual Sorprendió a Takemichi. El Omega creyó que sería rechazado cómo siempre. Takemichi de inmediato sonrió, para después invitar a pasar al alfa. La casa del Omega era un pequeño departamento, no era muy lujoso ni tampoco era mediocre, era una combinación perfecta.

El alfa se quitó los zapatos antes de entrar. Takemichi de inmediato se dirigió a la cocina para preparar un poco de café a su invitado. Naoto de inmediato se sentó. La casa de Takemichi era acogedora y estaba limpia; lo que podía deducir que, el omega se levantaba muy temprano a limpiar.

El Omega sonrió al servirle una taza de café al alfa. Takemichi le agradecía  a los dioses que le hubieran dado la oportunidad de estar con Naoto un rato. El Omega le sirvió cuidadosamente el café al alfa. Ambos tuvieron una conversación ligera y calmada; sobre cosas triviales del trabajo.

Cuando en eso el fuerte sonido de lluvia se hizo presente. Takemichi de inmediato se preocupó, con lluvia afuera Naoto no podría regresar a su casa. A Naoto no le molestó mucho, es decir no había prisa por irse, sin mencionar que mañana era el día  libre para todos los empleados. Pero al parecer Takemichi si estaba un poco preocupado por saber si se iría ó no a casa.

—¿Te incomoda mi presencia? —cuestionó mientras veía como el Omega veía fijamente por la ventana. Takemichi de inmediato reaccionó, una parte de él no quería que Naoto se fuera y  a la otra parte le preocupaba si se iba y se enfermaba. El Omega de inmediato negó.

—No es eso… es sólo que ya es muy tarde y no deja de llover, Tachibana-san —añadió un poco preocupado—. No quiero que por mi culpa se enferme —mencionó. El alfa sólo le dió otro sorbo a su taza y sonrió con malicia.

—¿Me estás corriendo, Hanagaki-san? —cuestionó. Takemichi de inmediato tragó saliva, no es que quisiera echarlo, si no que creía que Naoto no querría pasar la noche con él, en  su departamento. Las mejillas del Omega se tornaron de color carmesí.

—¡Nada de eso! —añadió nervioso. El alfa de inmediato soltó una carcajada y el Omega se puso más avergonzado.

—Ya veo… —agregó — ¿Puedes darme otra taza de café por favor? —cuestionó con una sonrisa en la cara. El Omega de inmediato asintió. Tener a Naoto en su casa siempre fue lo que más anheló pero nunca pensó que el destino jugaría a su favor.

Al ver que la lluvia no cesaba, Takemichi decidió por fin cocinar algo para su invitado  especial, aunque claro, cocinar para Naoto no era algo que le molestaría hacer. Naoto sonrió, la comida del Omega se veía apetecible. Naoto no recuerda cuándo fue la última vez que alguien cocinó para él, tal vez su hermana cuándo ambos eran más jóvenes.

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