CAPÍTULO 14

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Fantasma

El alma de un ser vivo que ha abandonado su cuerpo tras una muerte no mágica.

Puntos fuertes: Pueden aparecerse, tocar objetos o atravesarlos a voluntad. También eligen cuando ser acariciado (o golpeado).

Puntos débiles: Ser incorpóreo. Sólo pueden ser vistos, oídos y compartir interacciones físicas con criaturas mágicas.

Características especiales: Conservan la forma de su cuerpo pero con aspecto translúcido. Cuando se materializan enfrían unos grados la habitación a su alrededor. Su tacto es cálido.

***


<< Una figura delgada y pequeña con una melena rubia agitándose en sus hombros corría a través del pasillo del segundo piso con tan solo una camiseta blanca cinco tallas más grande. Sus pies descalzos resonaban temblorosos contra las baldosas. Su respiración, agitada, creaba volutas de vaho a su paso. Sus ojos, verdes y completamente opacos, miraban con nerviosismo a sus espaldas sin dejar de avanzar con temor a que la siguieran.

Ascendió por la torre Este torpemente, tropezando cada dos por tres con el filo desgastado por el tiempo de las escalinatas, hasta llegar a la placa que ponía mi nombre.

Leyó el letrero y, conforme, se adentró en la habitación. Sus pies aterrizaron sobre la moqueta y observó metódicamente el cuarto hasta que sus ojos se posaron sobre la mesita de noche. Se acercó a ella en dos zancadas y trasteó los cajones sin dilación. Frunció el ceño aparentemente sin encontrar nada que la convenciera y rebuscó debajo de la cama y en el interior de los armarios.

Ante el montón de ropa que había dejado desperdigada por la moqueta, la mesita de noche volvió a llamar su atención. Esa vez, en lugar de inspeccionar el interior de ella, prestó atención a los cuadernos que había dejado apilados encima. Una a una pasó las páginas a toda prisa y, con una mueca de decepción, arrojó la primera libreta sobre su cabeza cogiendo la siguiente. Dos, tres, cuatro cayeron al suelo abiertas tras ella a sus pies hasta que se rindió dejando caer los hombros.

Giró sobre sus talones rendida y su mirada volvió a posarse sobre las hojas que habían quedado al descubierto. Una en particular llamó su atención y se encorvó para acercarse más cuando sus ojos destellaron con una luz azul.

Agitó su cabeza parpadeando con fuerza y sus iris, poco a poco, recuperaron su color verde habitual, uno que resultó ser muy familiar.

― ¿Qué estoy haciendo aquí? ―Incrédula observó a su alrededor con el ceño fruncido.

Se escuchó un susurro femenino maldiciendo en voz baja y Ana se agarró las sienes con ambas manos. Un grito desgarrador de pura agonía se escapó de entre sus labios cayendo al suelo de rodillas.

Un hilo de sangre cayó lentamente de su nariz deshaciéndose entre lamentos de dolor. >>

***

¿Cuándo fue la visión? No lo sabía... ¿Presente? ¿O quizás futuro? En cualquiera de los dos casos, no había tiempo que perder. Obviando el hormigueo del cansancio acechando a mis piernas, miré a Fredy. Su promesa había quedado grabada a fuego en mi memoria:

"―Lara.―Esperó a que me girara de nuevo para continuar. Su voz, ya de por sí grave, bajó una octava cuando sentenció. ―Cuidaré de Ana. Te doy mi palabra.

Aquellas aguas del azul más profundo me devolvieron la mirada sellando con gran determinación una promesa por la que estaba dispuesto a dar la vida por cumplir."

Al Anochecer: La diosa y el mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora