CAPÍTULO 15

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Dragón

Criatura natural originaria de Tara. Reptil gigantesco cubierto de escamas, cuatro patas con garras, grandes alas y fauces llenas de colmillos como cuchillas. Ojos amarillos y dos filas de membranas gruesas que van desde los orificios nasales hasta la punta de su larguísima cola en forma de látigo.

Puntos fuertes: Escupen fuego a su antojo. A pesar de ser los antepasados de los reptiles, los dragones son más propios de vivir en grupos.

Puntos débiles: Aunque ágiles en el vuelo, son lentas y torpes en tierra. Sólo pueden vivir en biomas montañosos a grandes alturas y/o en cuevas. Por esconderse de los humanos solo residen en Tara Virtual.

***


<< Daven estaba donde lo vi por primera vez: el callejón donde atacó junto a Jessica al chico de Tara Virtual. Unas chispas de colores desaparecieron a su espalda, fruto del cierre de un portal. Ajustándose una capucha sobre sus hombros, se cubrió la cabeza y comenzó a bajar por la calle residencial.

El camino de tierra atravesaba el mercado del pueblo (o así llamaría al conjunto de tenderetes modestos de telas, alfarería y artículos de orfebrería esotérica que bajaban la calle) y finalizaba con un puente de piedra que cruzaba un riachuelo.

Sus pasos se detuvieron ante un negocio muy pequeño junto a la orilla del río, con paredes de madera oscura y unas cortinas de bolas de colores a modo de puerta.

El hombre-lobo de melena plateada entró descubriendo su rostro con las manos completamente vendadas y la falta de luz lo rodeó. La pequeña sala estaba a oscuras a excepción de unas pocas velas esparcidas por las estanterías y matices antiguos que cubrían los muros y por la mesa redonda de madera maltrecha que había en el centro. Allí, una mujer de tez pálida entornaba unos ojos violetas hacia él, vestida con ropas de terciopelo negro y púrpura y un pañuelo de monedas que ensalzaba una melena azabache ondulada sobre sus hombros. Entre sus manos, una bola de cristal brillaba con una neblina en su interior.

―Lo estaba esperando, Daven. ¿Está listo para deshacer la hipnosis? >>

<< Dos figuras masculinas, completamente vestidas de cuero negro, permanecían sentadas junto a una mesa redonda, en el centro de una sala de piedra escasamente iluminada por luces halógenas parpadeantes. El de la derecha, recostado en su silla de madera con las botas de cuero sobre la superficie de "no puedo creer que sea roble", tenía el cabello corto y desaliñado del color de la más pura nieve. Su rostro, de mandíbula prominente y nariz recta, lo reinaban unos ojos de plata fundida coronados por una cicatriz de arma blanca que descendía del pómulo derecho hasta el mentón. Con un dragón japonés tatuado en su brazo dominante, tamborileaba sobre una mano de cartas raídas un ritmo desacompasado, mientras que con la otra sujetaba un cigarrillo ya por la mitad.

Su compañero, frente a él, lo observaba con unos ojos grandes y oscuros como cuevas profundas que asomaban entre unos mechones castaños. Se rasco la barba incipiente con la mano ensanchando el tatuaje de un lobo en su hombro con el movimiento de sus músculos.

―Esto es increíble... ¿Hasta cuándo nos va a tener aquí? ―Preguntó el del pelo platino.

―Hasta que llegue el momento de secuestrarla, Emerick. Te lo llevo diciendo no sé cuánto... ―El moreno puso los ojos en blanco.

―Y yo estoy harto de esperar desde no sé cuánto. ―Miró al moreno mientras daba una calada a su cigarrillo. Exhaló el humo blanco antes de seguir. ―Derek, Jessica sabe perfectamente que estamos aquí cómo unas estatuas y ni se molesta en mantenernos informados.

Al Anochecer: La diosa y el mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora