Capítulo 6: Mi trabajo

460 23 6
                                    

Estaba temblando sentada sobre mi colchón esperando a que alguien tocara a la puerta para salir disparada a encontrarme nuevamente con mi padre.

Era como tener una cita, sólo que era para conocer a mi familia y no para conocer a algún chico interesante.

— ¿Estás lista? —preguntó George mientras me ayudaba a colocarme un pequeño collar que me di el lujo de comprar en una tienda de la esquina de la calle.

—No, pero daré lo mejor de mí para ver qué pasará entre nosotros. Quiero conocerlo y que él me conozca—sonreí al ver mi reflejo en el espejo.

Sin duda alguna mi aspecto era similar al de mi padre, pero poseía esa delicadeza en mis rasgos tal y como se veía en mi madre. Debía olvidarme de ella por un par de horas si quería llevarme bien con mi padre; y lo más sensato era mantenerme lo más apegada a él.

—Te ves muy bien Caroline, creo que tu padre quedará impresionado—me vi enrojecer frente al espejo mientras George me miraba con ternura y fascinación.

— ¿Cuándo saldremos a comer a algún lugar? —pregunté mientras intentaba hilar algo en mi cabeza para no verme algo ridícula frente a él.

—Si te refieres a salir como matrimonio podríamos hacerlo cuando tú quieras, pero si quieres llevar al hada con nosotros me temo que tendrás que esperar porque su madre lo ha mandado a arreglar ciertos papeles; cosa que podría hacer si tuviera el valor de pedirme ayuda—se encogió de hombros y comenzó a masajear mis hombros—. Te encuentras tensa, ya verás que todo sale bien—besó mi hombro y se retiró al comedor.

Me quedé descolocada frente al espejo, ¿qué había sido todo eso?

Una parte de mí sospechaba que se estaba tomando el papel de “esposo” muy en serio, pero por otra parte supuse que era algo entre amigos, que simplemente quería brindarme apoyo a su forma y más me valí seguir con esa clase de pensamientos si quería terminar cuerda esta noche.

La puerta resonó y pegué un brinco sobre el colchón, me calcé rápidamente las zapatillas y llegué brincando de cojito hasta el pomo de la puerta con la intención de no dejar pasar a mi padre o vería que estoy aquí con dos hombres compartiendo la misma habitación por más lujosa que fuese ésta.

Su perfume tan masculino con toques maderosos inundó el cuarto del hotel y tuve que contenerme para no saltar directo a sus brazos y plantarle un beso en la mejilla.

—Bienvenido, ¿ya nos vamos?

—Camina—me ofreció su mano y yo la tomé.

Era espléndido. Estaba caminando rumbo al auto de mi padre mientras le tomaba la mano y me hablaba acerca del trabajo que estaba desarrollando en Francia y el cual, según mi padre, marchaba de maravilla.

— ¿Dónde quieres comer? —preguntó mientras me abría la puerta del acompañante.

—No lo sé, es mi primer día en París y no conozco nada de lo que hay por aquí—me encogí de hombros y él me sonrió con dulzura.

—Entonces te llevaré a uno de los más lujosos—murmuró y comenzó a conducir rápidamente como todo un experto.

Ese era mi padre, aquel con gustos lujosos y que tenía el suficiente dinero como para pagar una cena en el mejor restaurante de París.

El auto era de color plata con unos asientos forrados en piel y con un ambientador dentro que hacía que el calor fuera completamente imperceptible, además de que en el auto no habían papeles regados ni nada por el estilo sino que estaba todo acomodado en la cajuela y en el interior de éste no había ni ápice de suciedad.

Amor por casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora