Necesitaba pistas sobre el teléfono o la ubicación de mi padre en Francia, sin embargo todo esto debía ser conseguido sin que mi madre se enterara de ello; porque si lo hacía seguramente no me dejaría salir del país a pesar de ser una menor de edad.
Gracias a Terence ya tenía una forma de viajar a Francia para estudiar actuación, pero ahora me apoyaría en George para poder obtener información alguna sobre el paradero de mi padre.
—Mamá, saldré con Terence a comprar unas cosas, enseguida volvemos—mi amigo giró a observarme sin comprender qué era lo que pretendía hacer.
Solo quería escapar a la casa de George y presentar a mis dos amigos para que me acompañaran a buscar algo sobre mi padre. Lo necesitaba en menos de una semana.
— ¿A dónde vamos exactamente?—preguntó por fin después de casi quince minutos de caminata.
—A la casa de mi “prometido”, necesito que me haga un favor.
—Obviamente él no me va a recibir Caro—comentó mientras se detenía a mitad del camino.
—Claro que lo hará, es una gran persona—me cubrí la boca después de admitir eso.
Era verdad, George había sido una gran persona conmigo, llegó a tal punto de enfrentar a mi madre para defenderme y eso era más que suficiente para demostrarme que podía ser un muy buen amigo para mí.
Seguimos caminando hasta que llegamos a la calle que indicaba el papelito que me dio antes de dejarme en casa.
—Aquí es—murmuré mientras observaba de arriba a abajo la mansión que estaba frente a mí.
En mi mente su casa era más rústica, como un departamento donde él podía vivir solo y libre con su vida como actor; no me esperaba una casa de casi tres pisos con una enorme reja y un reconocedor de voz para pedir permiso de entrar. Inclusive dentro debía haber diez mayordomos y diez sirvientas para cuidar de la casa. Giré a ver la reacción de Terence y éste sólo inclinó la cabeza tratando de observar el interior de la casa.
—Debes tocar Caro, es a ti a quien te recibirá en su casa—honestamente no le creía, para mí que él tenía miedo de lo que pudiera pasar si se le negaba la entrada.
—Muy bien—estiré mi dedo índice y toqué el timbre, ni siquiera hubo algún sonido hacia el exterior que me confirmara que me habían escuchado dentro de la casa.
—No creo que te hayan escuchado Caro, vuelve a intentarlo.
—Lo haría si no estuviera muerta del miedo, este sujeto definitivamente no es normal—comenté y escuché una voz saliendo del timbre.
— ¿Qué es lo que desean? —preguntó una voz masculina.
—Soy…soy Caroline Woodlan y…y…y he venido a ver al joven George—murmuré mientras sentía cómo me temblaban las piernas—, también me acompaña Terence para hablar con el actor—apreté las manos en puños y me mantuve rígida hasta que el portón eléctrico se abrió y por fin pude soltar el aire que estaba conteniendo.
Ya no estaba segura de si realmente quería entrar a la casa de George o no, honestamente esa espeluznante bienvenida se había comido todas las energías con las que había llegado hasta aquí.
Levanté la cabeza para observar el lugar y me invadieron los colores de los jardines, eran grandes y con hermosas flores de muchos tipos y de un sinfín de colores que variaban desde los blancos hasta los fucsias, desde el verde esmeralda hasta el azul turquesa. Era como si de esos jardines fueran a salir hadas a celebrar la llegada de Terence y mía a su maravilloso hogar.
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Amor por casualidad
RomanceCaroline Woodlan tenía una vida hecha antes de su llegada a París. Tenía amigos que la ayudaban a cumplir cada cosa que se propusiera e inclusive tenía a cientos de chicos que morían por ella. Pero cuando el trabajo, los estudios y otras cosas se in...