Crush
(v.) | krəSH | . Aplastar, Apachurrar.
(s.) (coloquial) . Persona especial.
Amy Callum jamás se imaginó que aquellas definiciones podrían cambiarle la vida por completo. A pesar de eso aquella noche vio el cometa Urano desde su ventana, creyó...
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Adrian Cassavets
Todo el ambiente en la oficina de la maestra Seyfried provoca que estemos demasiado incómodos. Nadie dice nada porque mi rostro les deja claro que oí lo que Amy dijo. Así que miro a la chica con el ceño fruncido, aguantándome el dolor de la cadera.
—¿Fuiste tú? —pregunto evitando que las lágrimas salgan de mis ojos. Estoy a nada de dejar caer un millón de lágrimas. No sé por qué me siento tan mal con ella.
Noto que Amy intenta acercarse a mí pues da unos pequeños pasos pero se arrepiente. ¡Hazlo Amy! Atrévete por favor, te lo suplico porque siento que el alma se me parte en dos. Necesito algo de ti, lo que sea.
—Adrian yo... —Pero la interrumpo, solo quiero una respuesta sencilla. Quiero que sea lo más concisa posible, un sí o no.
—¿Siempre fue tu culpa? —cuestiono una vez más mientras aprieto mis manos sudorosas. Sin darme cuenta comienzan a dolerme las palmas de la mano por tanta presión que he ejercido en ellas.
Amy mira hacia todos lados y se quita las lágrimas de los ojos con su camisa. Simplemente no sabe que hacer, parece un ratón atrapado. Entonces lo admite y es como una puñalada a mi corazón.
—Sí, es mi culpa. Yo pedí un deseo y por eso cambiamos de cuerpo —explica sin mirarme a los ojos. Lo dice en un tono neutro, como si no le importara.
Noto que la maestra Seyfried nos mira uno al otro como esperando a ver qué sucederá. Por un momento había olvidado que ella estaba aquí pero carraspea y la miro. Dios mío, ella se ha vuelto parte de esto.
Las lágrimas esta vez no se hacen esperar y comienzan a salir de mis ojos como una cascada... una llena de dolor. Ambos lanzamos sollozos y se vuelve una escena muy dramática. Ella ha sido la culpable, por su culpa tuve que sufrir todo esto.
—Pensé que apoyabas la honradez y nunca te atreviste a decírmelo —escupo mientras los ojos me pican por las lágrimas y la impotencia—. Me arruinaste Amy. Tienes que saber que lo hiciste.
Esta vez no me quedo a comprobar su reacción. Solo camino hacia la entrada de la escuela. El dolor de la cadera se me olvida y camino como un loco a través de los pasillos húmedos y fríos de la escuela. Entonces a los oídos me llega el sonido de las gotas de lluvia. Perfecto, ¿algo podría salir peor? Pero no me importa, solo camino lo más rápido posible. Quiero que mis lágrimas se confundan con las gotas de la lluvia. Sé que cuando esta descarga de adrenalina se acabe comenzaré a llorar del dolor en la cadera... pero no importa, quiero huir de ella. Tan solo espero que no me siga.
¿Por qué Amy me hizo algo así? ¿Siempre fue la mala de la historia? Supongo que yo siempre fui el más ingenuo de todos. Confié en ella pero quizás tenía otras intenciones conmigo. ¿Se habrá querido vengar? ¿En qué más me ha mentido?